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miércoles, 24 de octubre de 2018

T7. LA LIT.MEDIEVAL (LA POESÍA NARRATIVA MEDIEVAL)

T7                              LA LITERATURA MEDIEVAL.  LA POESÍA NARRATIVA MEDIEVAL
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1.   LA POESÍA ÉPICA
La poesía épica ha existido en todos los tiempos y lugares, ya que desde siempre los pueblos han necesitado exaltar a sus héroes para estimular a los guerreros o  afianzar el sentimiento nacional. En general, este tipo de poesía surge después de la lírica y, debido a su complejidad técnica, no el frecuente hallarla en la literatura de los pueblos más primitivos.

La poesía épica se ha cultivado en diversas épocas y lugares:
-          En el mundo antiguo destacan la Ilíada y la Odisea griegas, el Gilgamesh mesopotámico y el Mahabharata indio.
-          Entre las epopeyas germánicas se conocen el Cantar de Hildebrando, el Beowulf y el Cantar de Ludovico.
-          En Groenlandia, Islandia y Noruega existieron los edda, de cuya transmisión oral surgió la leyenda de los nibelungos. Esta historia fue narrada en el siglo XII, en verso alemán, con el título de La ruina de los nibelungos.

1.1.            LOS CANTARES DE GESTA
Entre los cantares de gesta franceses destaca la Chanson de Roland (siglo XI), basado en la figura de Roland, caballero de la corte de Carlomagno . De los cantares de gesta castellanos se conservan pocos textos; un fragmento del Cantar de Roncesvalles, el Cantar de Mio Cid, El Poema de Fernán González y Las Mocedades de Rodrigo.

El modo de transmisión habitual de los cantares de gesta era el recitado o canto de un juglar, que se acompañaba de un instrumento de cuerda y, a veces, empleaba la mímica. Los juglares trabajaban para los grandes señores y contaban con un público de caballeros, a quienes enardecían antes de la guerra.
Otros tipos de juglares eran los histriones (prestidigitadores y acróbatas que solían actuar disfrazados) y los saltimbanquis, que ofrecían sus actuaciones en romerías, ferias, bodas…
Debido a la difusión oral, además del formulismo, en los cantares es notoria la escasez de nexos sintácticos y la yuxtaposición. Estas composiciones presentan un uso anárquico de los tiempos verbales, característica que también se observa en el Romancero viejo.

1.2.            EL CANTAR DE MIO CID
Es el único poema épico castellano conservado casi en su totalidad, nos ha llegado en un manuscrito del siglo XIV al que le faltan la hoja inicial y dos interiores. Es copia de otro de 1207, en el que se dice que fue escrito por un tal Per Abbat.
La fecha de composición es muy discutida: algunos críticos lo datan a principios del siglo XIII; otros, a mediados del XII. Se piensa que Per Abbat fue un mero copista. Aunque se han señalado dos autores (un juglar de San Esteban de Gormaz y otro de Medinaceli), para la mayoría se trata de un autor único de origen burgalés.
                                                                     
El Cantar de Mío Cid está basado e los últimos años de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1043-1099), caballero de las cortes de Sancho II de Castilla y Alfonso Vi de Castilla y León.
El poema exalta la figura del Cid, infanzón o noble de menor linaje, de quien se valora su lealtad y esfuerzo, en contraposición a los ricoshombres, representados por sus yernos, los infantes de Carrión, que aparecen degradados. El héroe se presenta no solo como valeroso caballero, cuidadoso de su mesnada (compañía de gente de armas que servía a un rey, ricohombre o caballero), sino también buen esposo y padre, súbdito ejemplar y fervoroso cristiano. En cambio, los infantes son portadores de los atributos de cobardía, codicia, vileza y traición.

Se cree que la obra puede hacer referencia a la oposición que mantuvo a nobleza de linaje al ascenso social de los caballeros villanos y de cuantía, en una época de gran movilidad social en Castilla. Con sus méritos personales, el protagonista adquiere grandes riquezas y prestigio social, y aspira a tener los mismos derechos que la nobleza de sangre, lo que finalmente consigue.

A diferencia de los héroes de la épica francesa, el protagonista se presenta con el rasgo fundamental de la mesura: es prudente, equilibrado, sagaz y astuto. No es un personaje plano, que ofrezca siempre la misma actitud; aunque templado, es capaz de mostrar desagrado o cólera.

Las acciones narradas en el Cantar se articulan en torno a dos asuntos: un problema público, de honra y otro privado, de honor.
Ø  Recuperación de la honra. En la situación inicial (no presente en el poema), el Cid, caballero de la corte de Alfonso VI, es desterrado por el rey debido a falsas acusaciones. Para recuperar la honra perdida, Rodrigo lleva a cabo una serie de hazañas que aumentan su fama y riqueza, lo cual le permite reintegrarse en la comunidad y recuperar su honra gracias al perdón real.
Ø  Recuperación del honor. Posteriormente, el Cid sufre una ofensa personal; sus yernos, los infantes de Carrión, maltratan y abandonan a sus hijas en el robledal de Corpes. El Cid consigue una segunda reposición, en este caso de su honor, haciendo uso del riepto (innovación jurídica del siglo XII en la que, tras oír a las partes de un pleito, el rey designaba combatientes y presidía un combate público.
Al recuperar su honra y honor, el Cid asciende en la jerarquía social respecto a la situación en la que se hallaba antes del destierro y de la afrenta de Corpes.

En cuanto a la estructura de la obra: el poema presenta una métrica irregular. Los versos –de medida variable entre 10 y 20 sílabas- se dividen por una cesura en dos hemistiquios de desigual número de sílabas, y se agrupan en series o tiradas: la más corta de 3 versos y la más larga de 190. La rima es asonante.
Se estructura en tres cantares:
Ø  Cantar del destierro: Narra los sucesos acaecidos desde la partida de Vivar hasta la victoria del Cid sobre el conde de Barcelona.
Ø  Cantar de las bodas: Se extiende desde el comienzo de la campaña levantina hasta las bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión.
Ø  Cantar de la afrenta de Corpes: Abarca desde la escena del león hasta el desenlace de la historia, con el triunfo final del héroe.

En cuanto al estilo del Cantar:
Ø  Se producen elipsis y se anuncian hechos que luego serán contados (prolepsis).
Ø  Narrador omnisciente
Ø  Orden cronológico de los hechos.
Ø  Es significativo el uso del discurso dramático, con el que se reproducen las palabras de los personajes.
Ø  Debido a su transmisión oral, una nota característica es el uso del formulismo: se emplean abundantes fórmulas, que son grupos de palabras que aparecen regularmente y que constituían un recurso mnemotécnico para el juglar. Entre ellas sobresalen:
·         Fórmulas con función conativa o fática: “bien oiréis lo que ahora dijo”
·         Epítetos épicos referidos sobre todo al héroe: “el que en buen hora nació
Ø  Abundan también las frases binarias (moros y cristianos)
Ø  Pleonasmos (llorar de sus ojos)
Ø  No faltan las notas de humor, que aminoran la tensión dramática.


2.   EL MESTER DE CLERECÍA
El mester de clerecía (“oficio de clérigos”) surge en el siglo XIII y comprende una serie de obras con características comunes:
·         Son textos narrativos, de carácter religioso o estoico.
·         Tienen intención moral o didáctica.
·         Sus autores manifiestan su erudición, aludiendo a las fuentes escritas de las que parten.
·         Están escritas en verso y emplean una métrica regular, la cuaderna vía: estrofas de 4 versos alejandrinos monorrimos en consonante.
·         Se destinaban a la lectura individual o colectiva, tanto de religiosos como de laicos, y se difundían oralmente por medio de juglares o en sermones de clérigos.

2.1.            OBRAS ANÓNIMAS DEL SIGLO XIII
Un grupo de obras del mester de clerecía son anónimas. Entre ellas destacan El Libro de Alexandre, cuyo héroe es Alejandro Magno; El Libro de Apolonio, relato de amor y aventuras que narra la vida de Apolonio, rey de Tiro; y el Poema de Fernán González, de carácter épico por su asunto, que exalta la figura del conde castellano que consiguió la independencia de Castilla frente a León.
Además de estas obras, compuestas todas ellas en cuaderna vía, existen otras en pareados de versos cortos: Vida de Santa María Egipcíaca, Libro de los Tres Reyes de Oriente

2.2.            GONZALO DE BERCEO
Con el mester de clerecía nace la conciencia de autoría. Gonzalo de Berceo, primer poeta castellano, abandonó el anonimato propio de la épica y proclamó orgulloso su nombre.
Los textos de Berceo responden a un plan de la iglesia: el IV Concilio de Letrán (1215) determinó la necesidad de un cambio en la educación tanto de clérigos como de laicos.
Los poemas de Berceo se dirigen a monjes, sacerdotes y novicios, quienes transmitían la enseñanza de la doctrina cristiana a sus fieles por medio de la predicación en la lengua vernácula.

En la producción berciana se distinguen tres tipos de obras:
Ø  Obras hagiográficas. Vida de san Millán de la Cogolla, Vida de Santo Domingo de Silos, Vida de Santa Oria y Martirio de San Lorenzo.
Ø  Obras marianas: Loores de Nuestra Señora, Duelo que fizo la Virgen y Milagros de Nuestra Señora
Ø  Obra doctrinal: El sacrificio de la misa

Milagros de Nuestra Señora:
La obra se estructura en dos partes:
·         Introducción. El protagonista es el narrador, que se identifica con el propio Berceo. Se presenta como un romero que entra en un jardín descrito como locus amoenus. Por alegoría, este lugar se asocia con la Virgen María y el romero, a su vez, simboliza el hombre caído que anda en busca de la gracia perdida.
·         Milagros. Las 25 narraciones ejemplifican la acción misericordiosa de María y su poder intercesor ante Cristo, y funcionan como demostración de la docrtrina expuesta en la introducción.
En cuanto al estilo:
·         Formas sintácticas complejas
·         Crea nuevas palabras por derivación.
·         Abundan las comparaciones, las metáforas, las hipérboles, las anáforas
·         Cultismos, diminutivos
·         Recursos juglarescos: vocativo y el estilo formulario

2.3.            LIBRO DE BUEN AMOR
En el siglo XIV, el mester de clerecía entró en decadencia; sin embargo, en esta centuria se compuso una de las obras maestras de la literatura española, adscrita a este movimiento: el Libro de buen amor.
Se presenta como una autobiografía estructurada en una serie de aventuras amorosas, por lo general fallidas, en las que suele mediar un tercero.
De los episodios amorosos, destaca por su extensión el de don Melón y doña Endrina, en el que interviene una mediadora llamada Trotaconventos. En otros  episodios, las protagonistas son unas mujeres grotescas y desagradables con las que el autor parodia el género de la pastorela.

El yo protagonista, que encubre a varios personajes, brinda unidad a las experiencias amorosas. En ellas se introducen:
·         digresiones didácticas o moralizantes y exempla, para convencer a sus interlocutores.
·          piezas líricas de métrica variada
·         Dos composiciones alegóricas: el debate del protagonista con don Amor y la batalla de don Carnal y doña Cuaresma.

La mayor parte de la obra está escrita en cuaderna vía, aunque algunos versos presentan 16 sílabas. En prosa solo aparece uno de los dos prólogos.

En cuanto al sentido de la obra:
Ø  En el prólogo en prosa se exponen los dos propósitos del autor: enseñar y recoger sus composiciones poéticas. Se justifica así el didactismo de las aventuras amorosas y la introducción de un cancionero.
Ø  El autor manifiesta que su intención es inducir al buen amor –el profesado a Dios-; los casos amorosos que se propone contar son, por tanto, ejemplos de aquellos que se debe evitar. El didactismo aparece asociado en muchos pasajes al humor.
Ø  La obra se caracteriza por una constante ambigüedad que estaría sustentada en el pensamiento de san Agustín, quien creían que no debía imponerse un punto de vista al alumno, sino que se debía ofrecer dos posibilidades y que él optara. Algunos críticos hacen hincapié en este carácter didáctico de la obra; otros, la consideran, simplemente, una manifestación de alegría vital.

En cuanto al estilo de la obra:
Ø  Introduce el lenguaje popular, que se manifiesta especialmente en el uso del refranero, en las llamadas de atención al oyente (típicas de la juglaría)
Ø  Eufemismos sexuales.
Ø  Interrogaciones retóricas, anáforas, bimemebraciones, antítesis, comparaciones, metáforas, hipérboles y juegos de palabras.




3.   LOS ROMANCES
Los romances son poemas narrativos y anónimos destinados al canto.
En general, están compuestos por versos octosílabos con rima asonante en los pares, aunque pueden encontrarse romances en versos de 9,7 y hasta 6 sílabas, y también algunos con rima consonante.

La difusión oral de los romances se vio favorecida por el canto de ciegos y pastores. Debido a esa transmisión oral se produjo una continua recreación de los textos, que, de este modo, presentan variaciones causadas por olvidos, malentendios … En algunos casos se dieron también contaminaciones: mezclas de elementos pertenecientes a distintos romances.
Desde finales del siglo XV, comenzaron a recopilarse en pliegos sueltos, cancioneros, romanceros y libros de música.

En cuanto a las relaciones con otras producciones, algunos investigados dicen que podrían haber surgido de la fragmentación de poemas épicos. Como los romances épicos constituyen solo un pequeño grupo, se considera que no todo el romancero puede derivar de la épica.
En algunos romances se observan rasgos de la lírica popular: el paralelismo, el estribillo, el subjetivismo, la naturaleza como marco de los sentimientos y el monólogo femenino.

3.1.            ROMANCES VIEJOS Y ROMANCES NUEVOS
Ø  Los romances viejos son los documentados entre fines de la Edad Media y mediados del siglo XVI, época en que gozaron de gran popularidad. Debido a su anonimia y a la transmisión oral, son difíciles de fechar. El más antiguo fue copiado hacia 1421, pero se supone que existieron desde el siglo XIV.
Ø  Los romances nuevos son aquellos compuestos por los poetas desde fines del siglo XVI, imitando la forma y el estilo de los antiguos.

3.2.            CLASIFICACIÓN DE LOS ROMANCES
Ø  Romances de tema épico-medieval: Proceden de un cantar de gesta o de otra fuente literaria y son, por lo tanto, refundiciones. Exaltan las virtudes de héroes y reyes, con fines propagandísticos. Romances del Cid Campeador, del conde Fernán González, de Bernardo del Carpio o del cerco de Zamora.
Ø  Romances de tema francés, carolingio: Incluyen los que tratan asuntos de la épica francesa y los romances novelescos sobre personajes del “roman courtois”. Romances de don Roldán y doña Alda.
Ø  Romances de tema histórico: Se refieren a sucesos o acontecimientos de la historia medieval castellana. Romance del rey don Pedro el Cruel, Romance de la linda infanta.
Ø  Romances de tema fronterizo: Narran episodios de las luchas de fronteras entre los cristianos y musulmanes. Abenámar, Moriana, La pérdida de Alhama.
Ø  Romances de ficción: Presentan subdivisiones: romances de amor infiel, amor desgraciado, adulterio, incesto, seducción, burlas, etc.
Ø  Romances bíblicos, grecorromanos y religiosos: Narran episodios de la Biblia, de los evangelios apócrifos, leyendas piadosas y hagiográficas e historias de la Antigüedad grecorromana. Romance del lamento de David, El juicio de París, La llaga santa.

3.3.            DISCURSO
Los romances respetan el orden cronológico de la narración, aunque este a veces se rompe. Son habituales los comienzos “in media res” y los finales abruptos y suspensos, que dejan un efecto de incertidumbre en los receptores. El narrador puede ser una 3ª o una 1ª persona.

Los romances responden a 3 tipos de estructuras narrativas básicas:
§  Romance-cuento. Relata una historia completa
§  Romance-escena. Se centra en un episodio particular
§  Romance diálogo. Se emplea solo el discurso dramático.

3.4.            ESTILO
Los romances presentan un estilo especial, caracterizado por una serie de rasgos peculiares.
Ø  Uso singular de los verbos. Empleo del presente histórico y del pretérito imperfecto de indicativo en contextos en los que se impone el uso del pretérito perfecto simple.
Ø  Arcaísmos. Rasgos fonéticos como conservación de la f- inicial latina y la e paragógica (adición de –e final: amare). También se utilizan formas verbales arcaicas: sodes, habedes, ides, fiz; y arcaísmos léxicos: ansí por así.
Ø  Uso de fórmulas. Fórmulas conativas para introducir el diálogo y apelar al auditorio (bien oiréis lo que dirá), epítetos épicos (Francia la natural) y paralelismos con fines mnemotécnicos.
Ø  Repeticiones. Se producen entre dos hemistiquios de un mismo verso, entre dos versos (anáfora) o entre un grupo de versos: Abenámar, Abenámar…
Ø  Otros recursos: Es frecuente el uso de la antítesis y de las enumeraciones.

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