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viernes, 17 de febrero de 2017

Textos para hacer el comentario de textos modernistas y generación del 27


COMENTARIO DE TEXTOS MODERNISTAS Y DEL 27 (ejemplar alumno)

TEXTO 1:
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Antonio Machado; Proverbios y cantares. XLIV

TEXTO 2:
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

Antonio Machado; Proverbios y cantares.I

TEXTO 3:
Desnuda está la tierra,
y el alma aúlla al horizonte pálido
como loba famélica. ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?
¡Amargo caminar, porque el camino
pesa en el corazón! ¡El viento helado,
y la noche que llega, y la amargura
de la distancia! ... En el camino blanco
algunos yertos árboles negrean;
en los montes lejanos
hay oro y sangre .... El sol murió... ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?
Antonio Machado; Soledades, galerías y otros poemas.

TEXTO 4: OTOÑO
Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de las hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.
¡Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello, que deshojas
tus flores; oh agua, fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¿Encantamiento de oro! ¡Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se estremece,
echado en el verdos de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
a escelsitud de su verdad divina.

Juan Ramón Jiménez; Sonetos espirituales

TEXTO 5: ELVIAJE DEFINITIVO
... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que se amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espírtu errará nostáljico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez; El viaje definitivo
TEXTO 6:
Decíase que había entrado en el Seminario para hacerse cura, con el fin de atender a los hijos de una su hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el Semi¬nario se había distinguido por su agudeza mental y su talento y que había rechazado ofertas de brillante carrera eclesiástica porque él no quería ser sino de su Valverde de Lucerna, de su aldea perdida como un broche entre el lago y la montaña que se mira en él.
     ¡Y cómo quería a los suyos! Su vida era arreglar matrimonios desavenidos, reducir a sus padres hijos indómitos o reducir los padres a sus hijos, y sobre todo consolar a los amargados y atediados, y ayudar a todos a bien morir.
     Me acuerdo, entre otras cosas, de que al volver de la ciudad la desgraciada hija de la tía Rabona, que se había perdido y volvió, soltera y desahuciada, trayendo un hijito consigo, Don Manuel no paró hasta que hizo que se casase con ella su antiguo novio, Perote, y reconociese como suya a la criaturita, diciéndole:
     -Mira, da padre a este pobre crío que no le tiene más que en el cielo.
     -¡Pero, Don Manuel, si no es mía la culpa...!
     -¡Quién lo sabe, hijo, quién lo sabe...!, y, sobre todo, no se trata de culpa.
     Y hoy el pobre Perote, inválido, paralítico, tiene como báculo y consuelo de su vida al hijo aquel que, contagiado de la santidad de Don Manuel, reconoció por suyo no siéndolo.
 
MIGUEL DE UNAMUNO; San Manuel Bueno, mártir
 
TEXTO 7:
Antonio Machado, Poesías de la Guerra (1936-1939)
 
I. El crimen
 
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
 
II. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
 
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
 
III.Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
 
TEXTO 8:

(RECUERDO INFANTIL)
 
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
 
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
 
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano
 
 
Y todo un coro infantil
va cantando la lección;
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.
 
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
 
Antonio Machado, Soledades. Galerías. Otros poemas (1907)


TEXTO 9: "LA AURORA" DE FEDERICO GARCÍA LORCA


LA AURORA (Poeta en Nueva York, 1929)  
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
 
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
 
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
 
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
 
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.


TEXTO 10: SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR DE UNAMUNO
Nadie en el pueblo quiso creer en la muerte de don Manuel; todos esperaban verle a diario, y acaso le veían pasar a lo largo del lago y espejado en él o teniendo por fondo la montaña; todos seguían oyendo su voz, y todos acudían a su sepultura, en torno a la cual surgió todo un culto. Los endemoniados venían ahora a tocar la cruz de nogal, hecha también por sus manos y sacada del mismo árbol de donde sacó las seis tablas en que fue enterrado. Y los que menos queríamos creer que se hubiese muerto éramos mi hermano Lázaro y yo.
Él, Lázaro, continuaba la tradición del santo y empezó a redactar lo que le había oído, notas que me han servido para esta mi memoria.
Él me hizo un hombre nuevo, un verdadero Lázaro, un resucitado –me decía-. Él me dio fe.
¿Fe? – le interrumpía yo.
Sí, fe, fe en el consuelo de la vida, en el contento de la vida. Él me curó de mi progresismo. Porque hay, Ángela, dos clases de hombres peligrosos y nocivos: los que, convencidos de la vida de ultratumba, de la resurrección de la carne, atormentan, como inquisidores que son, a los demás, para que, despreciando esta vida como transitoria, se ganen la otra, y los que, no creyendo más que en ésta…
Como acaso tú… -le decía yo.
Y sí, y como don Manuel. Pero no creyendo más que en este mundo esperan no sé qué sociedad futura y se esfuerzan en negarle al pueblo el consuelo de creer en otro…
De modo que…
De modo que hay que hacer que vivan de la ilusión.


TEXTO 11: NOCTURNO DE RAFAEL ALBERTI

     Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven: son palabras.
     Balas. Balas.
     Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!
     Balas. Balas.
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.
     Balas. Balas.
Siento esta noche heridas de muerte las palabras.
De un momento a otro (1937)

TEXTO 12: TIERRA NATIVA, Luis Cernuda: Como quien espera el alba (1941-1944)


Es la luz misma, la que abrió mis ojos
Toda ligera y tibia como un sueño,
Sosegada en colores delicados
Sobre las formas puras de las cosas.

El encanto de aquella tierra llana,
Extendida como una mano abierta,
Adonde el limonero encima de la fuente
Suspendía su fruto entre el ramaje.
El muro viejo en cuya barda abría
A la tarde su flor la enredadera,
Y al cual la golondrina en el verano
Tornaba siempre hacia su antiguo nido.
El susurro del agua alimentando,
Con su música insomne el silencio,
Los sueños que la vida aún no corrompe,
El futuro que espera como página blanca.

Todo vuelve otra vez vivo a la mente,
Irreparable ya con el andar del tiempo,
Y su recuerdo ahora me traspasa
El pecho tal puñal fino y seguro.

Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,

TEXTO 12 : POESÍA
Vino, primero, pura,
Vestida de inocencia;
Y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
De no sé qué ropajes; 5
Y la fui odiando, sin saberlo.

Llegó a ser una reina,
Fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

Mas se fue desnudando. 10
Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
De su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica, 15
Y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
Desnuda, mía para siempre!

Juan Ramón Jiménez


TEXTO 13: Los dos árboles del Paraíso
    Yo, en el fondo, estoy convencido de que la verdad en bloque es mala para la vida. Esta anomalía de la Naturaleza que se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira.
    En eso estoy conforme —dijo Andrés—. […] El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que se necesita para la vida. ¿Se ríe usted?
    Sí, me río, porque eso que tú expones con palabras del día está dicho nada menos que en la Biblia.
    ¡Bah!
    Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del Paraíso había dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
    No recuerdo, la verdad.
    Pues al tenerlo a Adán delante, le dijo: «Puedes comer todos los frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas de ese fruto morirás de muerte». Y Dios, seguramente, añadió: «Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá». ¿No es un consejo admirable?
  1. Pío Baroja
    El árbol de la ciencia, Alianza
    TEXTO 14:
    Perdóname por ir así buscándote…
    Perdóname por ir así buscándote
    tan torpemente, dentro
    de ti.
    Perdóname el dolor, alguna vez.
    Es que quiero sacar 50
    de ti tu mejor tú.
    Ese que no te viste y que yo veo,
    nadador por tu fondo, preciosísimo.
    Y cogerlo
    y tenerlo yo en alto como tiene 10
    el árbol la luz última
    que le ha encontrado al sol.
    Y entonces tú
    en su busca vendrías, a lo alto.
    Para llegar a él 15
    subida sobre ti, como te quiero,
    tocando ya tan solo a tu pasado
    con las puntas rosadas de tus pies,
    en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
    de ti a ti misma. 20
    Y que a mi amor entonces, le conteste
    la nueva criatura que tú eras.

    Pedro SALINAS Antología poética de la generación del 27, Castalia

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