COMENTARIOS DE TEXTOS 3 (TEXTOS RENACENTISTAS Y BARROCOS)
· TEXTO 1:
EL ESCUDERO
Sentéme al cabo del poyo, y por que no me tuviese por glotón, callé la merienda, y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y, disimuladamente, miraba al desventurado señor mío, que no partía sus ojos de mis faldas, que aquella sazón servían de plato. Tanta lástima haya Dios de mí como yo había dél, porque sentí lo que sentía, y muchas veces había por ello pasado, y pasaba cada día. Pensaba si sería bien comedirme a convidalle; mas, por me haber dicho que había comido, temíame no aceptaría el convite. Finalmente, yo deseaba aquel pecador ayudase a su trabajo del mío y se desayunase como el día antes hizo, pues había mejor aparejo, por se mejor la vianda y menos mi hambre.
Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo, porque, como comencé a comer y él se andaba paseando, llegóse a mí y díjome:
- Dígote, Lázaro, que tienes en comer la mejor gracia que en mi vida vi a hombre, y que nadie te lo verá hacer que no le pongas gana aunque no la tenga.
“La muy buena que tú tienes”, dije yo entre mí, “te hace parescer la mía hermosa”.
Con todo, parescióme ayudarle pues se ayudaba y me abría camino para ello, y díjele:
- Señor, el buen aparejo hace buen artífice; este pan está sabrosísimo, y esta uña de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no convide con su sabor.
- ¿Uña de vaca es?
- Sí, señor.
- Dígote que es el mejor bocado del mundo, y que no hay faisán que ansí me sepa.
- Pues pruebe, señor, y verá qué tal está.
Póngole en las uñas la otra y tres o cuatro raciones de pan de lo más blanco, y asentóseme al lado y comienza a comer como aquel que lo había gana, royendo cada huesecillo de aquéllos mejor que un galgo suyo lo hiciera.
- Con almodrote- decía- es éste singular manjar.
“Con mejor salsa lo comes tú”, respondí yo paso.
- Por Dios, que me ha sabido como si hoy no hobiera comida bocado.
“¡Ansí me vengan los buenos años como es ello!”, dije yo entre mí.
El Lazarillo de Tormes
· TEXTO 2
Cual parece al romper de la mañana …
Cual parece al romper de la mañana
Aljófar blanco sobre frescas rosas,
O cual por manos hecha, artificiosas,
Bordadura de perlas sobre grana,
Tales de mi pastora soberana
Parecían las lágrimas hermosas
Sobre las dos mejillas milagrosas,
De quien mezcladas leche y sangre mana,
Lanzando a vueltas de su tierno llanto
Un ardiente suspiro de su pecho,
Tal que el más duro canto enterneciera:
Si enternecer bastara un duro canto,
Mirad qué habrá con un corazón hecho,
Que al llanto y al suspiro fue de cera.
LUIS DE GÓNGORA
· TEXTO 3
SONETO X
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
Dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
Y con ella en mi muerte conjuradas!
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
Horas que en tanto bien por vos me vía,
Que me habiades de ser en algún día
Con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
Todo el bien que por términos me distes,
Lleváme junto el mal que me dejastes;
Si no, sospecharé que me pusistes
En tantos bienes, porque deseastes
Verme morir entre memorias tristes.
GARCILASO DE LA VEGA
· TEXTO 4
EN LA ASCENSIÓN
¿Y dejas, Pastor santo,
Tu grey en este valle hondo, escuro,
Con soledad y llanto;
Y Tú, rompiendo el puro
Aire, te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
Y los agora tristes y afligidos,
A tus pechos criados,
De Ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
Que vieron de tu rostro la hermosura,
Que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿Qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
Al viento fiero, airado?
Estando Tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay! Nube, envidïosa
Aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, no dejas!
FRAY LUIS DE LEÓN
· TEXTO 5
MUERO PORQUE NO MUERO
Vivo sin vivir en mí,
Y tan alta vida espero,
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor,
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di,
Puso en mí este letrero:
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión
Del amor con que yo vivo
Ha hecho a Dios mi cautivo
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida,
Qué duros estos destierros,
Esta cárcel, estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga
Más pesada que el acero,
Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque mueriendo el vivir
Me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida, no me seas molesta,
Mira que sólo te resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
Venga el morir muy ligero,
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera
No se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
A mi Dios que vive en mí,
Si no es perderte a ti
Para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
Pues a Él solo es al que quiero.
Que muero porque no muero.
SANTA TERESA DE JESÚS
· TEXTO 6
LA MÁS BELLA NIÑA…
La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me diste, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
No me pongáis freno
Ni queráis culpar;
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces,
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los mío velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
LUIS DE GÓNGORA
· TEXTO 7
RINCONETE Y CORTADILLO
(Rinconete y cortadillo son dos pícaros que llegan a Sevilla y van a ingresar en una cofradía de ladrones. Para ello acuden a hablar con el jefe de los malhechores)
Llegóse en esto la sazón y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso; los ojos, hundidos. Venía en camisa, y por la abertura de delante descubría un bosque: tanto era el vello que tenía en el pecho. Traía cubierta una capa de bayeta casi hasta los pies, en los cuales traía unos zapatos enchancletados, cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo, anchos y largos hasta los tobillos; el sombrero era de los de la hampa, campanudo de copa y tendido de faldas; atravesábale un tahalí por espalda y pechos, a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo; las manos eran cortas, pelosas, y los dedos, gordos, y las uñas, hembras y remachadas; las piernas no se le parecían; pero los pies eran descomunales, de anchos y juanetudos. En efecto, él representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo. Bajó con él la guía de los dos, y trabándoles de las manos, los presentó ante Monipodio, diciéndole.
- Éstos son los dos buenos mancebos que a vuesa merced dije, mi sor Monipodio; vuesa merced los desamine y verá cómo son dignos de entrar en vuestra congregación.
- Eso haré yo de muy buena gana –respondió Monipodio.
Olvidábaseme de decir que así como Monipodio bajó, al punto todos los que aguardándole estaban le hicieron una profunda y larga reverencia, excepto los dos bravos, que a medio magate, como entre ellos se dice, se quitaron los capelos, y luego volvieron a su paseo por una parte del patio, y por la otra se paseaba Monipodio, el cual preguntó a los nuevos el ejercicio, la patria y padres:
A lo cual Rincón respondió:
- Vos, hijo mío, estáis en lo cierto, y es cosa muy acertada encubrir eso que decís; porque si la suerte no corriere como debe, no es bien que quede asentado debajo de signo de escribano, ni en el libro de las entradas: “Fulano, hijo de Fulano, vecino de tal parte, tal día le ahorcaron, o le azotaron”, o otra cosa semejante, que, por lo menos, suena mal a los buenos oídos; y así, torno a decir que es provechoso documento callar la patria, encubrir los padres y mudar los propios nombres: aunque para entre nosotros no ha de haber nada encubierto, y sólo ahora quiero saber los nombres de los dos.
Rincón dijo el suyo, y Cortado también.
- Pues de aquí adelante- respondió Monipodio- quiero y es mi voluntad que vos, Rincón, os llaméis Rinconete, y vos, Cortado, Cortadillo, que son nombres que asientan como de molde a vuestra edad y a nuestras ordenanzas, debajo de las cuales cae tener necesidad de saber el nombre de los padres de nuestros cofrades, porque tenemos de costumbre de hacer decir cada año ciertas misas por las ánimas de nuestros difuntos y bienhechores, sacando el estupendo para la limosna de quien las dice de alguna parte de lo que se garbea, y estas tales misas, así dichas como pagadas, dicen que aprovechan a las tales ánimas por vía de naufragio; y caen debajo de nuestros bienhechores: el procurador que nos defiende, el guro que nos avisa, el verdugo que nos tiene lástima, el que, cuando (alguno) de nosotros va huyendo por la calle y detrás le van dando voces: “¡Al ladrón, al ladrón! ¡Deténganle, deténganle!”, uno se pone en medio y se opone al raudal de los que le siguen, diciendo: “¡Déjenle al cuitado, que harta malaventura lleva! ¡Allá se lo haya; castíguele su pecado!” Son también bienhechoras nuestras las socorridas que de su sudor nos socorren, así en la trena como en las guras; y también lo son nuestros padres y madres, que nos echan al mundo, y el escribano, que si anda de buena no hay delito que sea culpa ni culpa a quien se dé mucha pena; y por todos estos que he dicho hace nuestra hermandad cada año su adversario con la mayor popa y solenidad que podemos.
MIGUEL DE CERVANTES
· Zaragüelles: calzones antiguos anchos y con pliegues.
· Faldas: alas del sombrero
· Tahalí: tira de cuero que cruza el pecho y de la que pende la espalda
· Las del perrillo: espadas anchas y cortas que se fabricaban en Toledo y tenían como marca un perro grabado en la hoja.
· Hembras: anchas y cortas.
· No se le parecían: no aparecían, no se le veían
· La guía: el guía (era femenino en el Siglo de Oro)
· Sor: señor, contracción propia del habla vulgar
· Desamine: examine
· A medio magate: sin cuidado, con desgana.
· Capelos: sombreros
· Patria: pueblo o ciudad en que se nace.
· Hacer información: investigar los ascendientes y los méritos del candidato a un cargo
· Hábito; la dignidad de caballero en las órdenes militares. Para conseguir un hábito había que demostrar que se era cristiano viejo por los cuatro costados.
· De las entradas en la cárcel.
· Documento: consejo
· Estupendo: estipendio, pago. Monipodio altera arbitrariamente las voces cultas que no entiende.
· Se garbea: se roba
· Naufragio: sufragio
· Guro: alguacil, agente de la autoridad.
· Cuitado: desdichado, infeliz
· Pecado: demonio
· Socorrida: prostituta que ayuda con sus ganancias a un condenado por la justicia
· Trena: cárcel
· Guras: galeras
· Si anda de buena: si está de buen talante.
· Adversario: aniversario. Nuevo dislate de Monipodio, igual que el siguiente.
· Popa y solenidad: pompa y solemnidad.
PREGUNTAS:
1. SITUACIÓN DE LA OBRA Y DE SU AUTOR
2. VOCABULARIO Y CUESTIONES LINGÜÍSTICAS
3. TEMA Y ARGUMENTO
4. ESTRUCTURA: EXTERNA E INTERNA
5. RECURSOS EXPRESIVOS
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