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martes, 14 de junio de 2011

La prosa en el siglo XVIII



 LA PROSA EN EL SIGLO XVIII


1.1.    LA PROSA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO
La prosa en este siglo experimentó un gran cambio, pues es obvio que las nuevas ideas exigían nuevas maneras. Simplemente, el s.XVIII no es un siglo de creación sino de revisión, de inquietudes y proyectos.
No triunfaron la lírica, novela y dramática, los géneros tradicionales tan propicios al mito y que tanto esplendor habían dado a la época áurea. De ahí que a veces se le juzgue peyorativamente. Pero floreció en otros aspectos no menos importantes, descuidados por las centurias anteriores: pensamiento, erudición, investigación histórica… Las ciencias experimentales logran un ingente avance.
Estos nuevos saberes exigían un nuevo instrumento lingüístico, pues la prosa de Quevedo y Gracián , por ejemplo, era evidentemente inadecuada.

1.1.1.        DIEGO DE TORRES DE VILLARROEL
Obra más o menos asimilable a la novelística fue la prolongación de la picaresca que, más en la forma que en el contenido humano y en el carácter del personaje, se encuentra en la autobiografía de Torres Villarroel, pintoresco vagabundo, de origen más burgués que plebeyo. Aunque sus estudios fueron escasos, se aficionó a la lectura, a las matemáticas y a la astrología. Fue el “primer escritor profesional”, es decir, logó vivir desahogadamente de los ingresos obtenidos por sus libros.
Relató su Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor don Diego de Torres Villarroel imitando el tono de los relatos picarescos, del mismo modo que su verso fue un eco del de Quevedo.
Su autobiografía es un documento excepcional, a pesar de sus falsedades, por lo que significa de autointerpretación, se complace en exagerar sus rasgos y sucesos, lo que va a contribuir a darle fama de pícaro y persona estrafalaria.
Los Almanaques y Pronósticos publicados estos últimos bajo el seudónimo de El gran piscator de Salamanca, tuvieron un gran éxito.
Su obra más importante fue Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte,
donde ofrece una sátira mordaz, menos contenida que la de Quevedo, a quien imita en el estilo, a través de una amplia galería de tipos, mediante un expresionismo que se manifiesta en el léxico y los juegos conceptistas, unidos a un lenguaje coloquial y hasta  vulgar y a bastantes innovaciones lingüísticas.
                En La barca de Aqueronte aparece una colección de Sueños morales. Es una imitación más directa de Los Sueños de Quevedo. Las pinturas del Bosco influyeron en las descripciones de ambos escritores. Consta de cuatro capítulos en los que satiriza a otros tantos grupos humanos: médicos, gentes de justicia, mujeres y “varios”.
                Torres se dedicó también a escribir obras divulgadoras de conocimientos prácticos, científicos y médicos. Como biógrafo escribió dos vidas de santos, y es de destacar su labor como prologuista.

1.2.    LA PROSA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO
Prescindiendo totalmente de la producción puramente científica, la restante prosa de la segunda mitad del siglo puede dividirse en tres apartados:
-       Erudición y crítica, principalmente en los aspectos lingüísticos e históricos.
-       Prosa novelesca teñida de didactismo propio del siglo: Isla.
-       Dos grandes ensayistas: Cadalso y Jovellanos.

La novela no era todavía el género popular que había llegado a ser el teatro. Ninguna literatura europea presenta una producción continuada y masiva de novelas.
En este período no existe en español novela propiamente dicha, existen producciones híbridas, donde la forma novelesca se alía con otros géneros pero sin adquirir conciencia autónoma. Tan sólo dos escritores (Torres en la primera mitad e Isla en la segunda) escriben libros de relativa andadura novelesca, pero cuya finalidad esencial es la sátira doctrinal o el cuadro de costumbres igualmente satírico.

1.2.1.        FRANCISCO JOSÉ DE ISLA
Representa en la segunda mitad del XVIII las nuevas orientaciones de la prosa  novelesca.
Historia del famoso predicador Fray  Gerundio de Campazas. Fue publicada con gran éxito, pero debido a las polémicas surgidas fue prohibida por la Inquisición. A esta sátira contra los predicadores de su tiempo está vinculada la fama de Isla. El padre isla sostenía que los fines de la oratoria tenían que ser la persuasión y la utilidad, y propone como modelos a los oradores del mundo clásico y a los grandes predicadores españoles del siglo XVI.
En el “Gerundio” existe una parte novelesco-satírica y otro didáctica que contiene un tratado de oratoria sagrada.

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