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martes, 14 de junio de 2011

ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN


               LA COMUNICACIÓN

Introducción
  1. Concepto de Comunicación
  2. Elementos de la Comunicación
  3. Características específicas de la comunicación humana
  4. Comunicación sistemática y comunicación asistemática
  5. Comunicación lingüística y comunicación no lingüística
  6. Funciones del lenguaje
  7. ¿Comunicación no humana?
  8. Los signos

LA COMUNICACIÓN

¿Qué es lo que hace que la transmisión de información sea diferente cuando en ella intervenimos los humanos? La expresión latina homo loquens  (“el hombre que habla”) señala que lo propio de nuestra especie es el uso del lenguaje. Sin embargo, la transmisión  de información por medio de señales no es exclusiva de los humanos.

  1. CONCEPTO DE COMUNICACIÓN
La comunicación es una de las necesidades básicas del ser humano. Consiste en intercambiar información con los demás, bien sea para satisfacer nuestras necesidades más urgentes, a través de órdenes, peticiones, preguntas, etc., o bien para contar a otros nuestras propias vivencias, recibir de otro su punto de  vista sobre cualquier asunto, compartir con él nuestras sensaciones, intercambiar ideas, etc.

La profesora que explica la lección a sus alumnos, la persona que escribe una carta a un amigo lejano, el berrido con que el ciervo delimita su territorio o la válvula de una olla a presión que pita están realizando actos de comunicación.

El concepto de comunicación, así pues, no se refiere sólo a los intercambios de información entre las personas o entre los animales, sino que se aplica a muchos fenómenos más. Así, son actos de comunicación, por ejemplo, la puesta en marchas automática del ventilador del motor de un coche, porque le ha llegado la información (a través de los canales oportunos) de que la temperatura de dicho motor se ha elevado lo suficiente para ello, o el sonar de la alarma a las puertas de una tienda, porque le ha llegado la información de que la etiqueta magnética de algún producto está siendo sacada del establecimiento sin haber sido debidamente desactivada por los vendedores.

La comunicación entre las personas se establece a través de múltiples sistemas, entre ellos el lenguaje verbal, en sus dos facetas, la oral y la escrita.

La realización de un acto comunicativo cualquiera puede responder a diversas intenciones o finalidades comunicativas:
-       Transmisión de información. Las personas se comunican para intercambiar pensamientos, ideas u opiniones y dar, así, respuesta a sus necesidades afectivas, intelectuales o prácticas.
-       Intento de influir en los otros. Existen algunos actos comunicativos con los que se intenta modificar la conducta o la actitud del otro (llamadas al interlocutor, ruegos, peticiones, mandatos, prohibiciones…)
Sentaos inmediatamente               ¡Cuidado!          No entrar         Déjame el boli
-       Manifestación de los propios estados o pensamientos. Las personas expresan también para trasmitir sentimientos, estados o reflexiones.
No se ha comportado bien             Me encuentro mal                    ¡Qué pena!
-       Realización de actos. Ciertos actos comunicativos se llevan a cabo en el momento de emisión del enunciado: la formulación de las palabras se convierte en el hecho mismo. Así, un juramento se realiza diciendo Sí, juro.




  1. ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN

Para que la comunicación sea posible, es necesaria la presencia de una serie de factores: los llamados elementos de la comunicación.

El acto de comunicación consiste básicamente en que un emisor cifra un mensaje en un determinado código y se lo hace llegar a través de un determinado canal a un receptor, que lo descifrará adecuadamente gracias al contexto o situación en que se produce la comunicación.

Emisor, mensaje, código, canal, receptor y contexto son los elementos imprescindibles entodo acto de comunicación:



                                                               CANAL

        EMISOR                                         MENSAJE                                         RECEPTOR
                                                                CÓDIGO

                                                              CONTEXTO


        EL EMISOR
            El emisor es el elemento que origina el mensaje. Puede ser tanto un ser vivo que realiza voluntariamente un acto de comunicación como un objeto cualquiera; es el punto o elemento de la comunicación donde tiene lugar la creación del mensaje.

            El hombre que pregunta ante la ventanilla de información de un aeropuerto, el perro que mueve amigablemente el rabo, un conjunto de neuronas o la temperatura demasiado alta del motor del coche son elementos emisores o fuentes informativas en otras tantas situaciones de comunicación.

            Dentro del concepto de emisor tenemos que distinguir muchas veces dos elementos muy diferentes: el auténtico punto donde se origina el mensaje, que llamamos fuente, y un elemento auxiliar que se encarga de convertir el mensaje, ya codificado por la fuente, en la señal que más tarde va a circular por el canal: el transmisor.

            Si consideramos el acto de comunicación de una conversación telefónica, podemos distinguir claramente que la persona que habla es la fuente (es decir, el punto donde se origina el mensaje), mientras que el micrófono del teléfono, destinado a convertir los sonidos del hablante en impulsos eléctricos que son transportados por el cable telefónico, es el transmisor.

            El caso más simple de transmisor es el de algún aparato basado en ciertas propiedades físicas que transforman automáticamente el mensaje en una señal. Otros casos más complicados de transmisor conllevan incluso una intervención humana.

            El telégrafo es quizá uno de los ejemplos más claros: el mensaje ya codificado, que ha creado el emisor, se codifica por segunda vez, ahora en el código Morse (un sistema artificial basado en la sucesión de puntos y rayas que traducen el primer mensaje lingüístico) y éstos –los puntos y las rayas- son transformados por el aparato en una sucesión de impulsos eléctricos de distinta duración, que será el mensaje que reciba el receptor. Éste, a su vez, tendrá que descodificarlos dos veces hasta llegar a recomponer el mensaje original.
            Hay ocasiones, sin embargo, en las que fuente y transmisor forman parte de una misma realidad o están íntimamente asociados, y entonces se simplifica hablando sólo de emisor.

            Cuando una persona habla con otra, la verdadera fuente es el cerebro de la primera, porque es allí donde se origina el mensaje, mientras que su aparato fonador, donde convierte ese mensaje en ondas sonoras, actúa como transmisor; sin embargo, diremos que esa primera persona es el emisor.

           
        EL RECEPTOR

El receptor es el destinatario del mensaje. En este caso podemos distinguir entre el destino (que es el punto de llegada del mensaje, es decir, el ser o el mecanismo capaz de reaccionar de algún modo a la recepción del mensaje) y el receptor.

El receptor será entonces el elemento que reciba la señal emitida por el emisor y realiza con ella la operación inversa a la que ha realizado el emisor, es decir, la descodifica, para hacerla llegar al destino.

En el acto de comunicación de la escucha de un programa radiofónico, el destino es la persona que escucha la radio, mientras que el receptor es el aparato de radio, que capta las ondas hercianas y las descodifica convirtiéndolas de nuevo en palabras como las que emitió el locutor (fuente) ante el micrófono (transmisor).

De la misma forma, simplificaremos y hablaremos sólo de receptor cuando él y el destino estén íntimamente unidos. En el caso de la conversación oral, el receptor es el oído que capta la señal sonora y la lleva a través del nervio auditivo al cerebro, que es el destino, pero nos referiremos al individuo como receptor.

En un acto comunicativo ordinario, emisor y receptor intercambian alternativamente sus papeles; de este modo, se enriquece el diálogo. En los medios de comunicación de masas, sin embargo, el circuito suele ser unidireccional: habitualmente, no hay posibilidad de respuesta por parte del receptor.


        EL CANAL

El canal es el medio por el que se transmite el mensaje, y que le permite llegar al destinatario, poniendo así en contacto al emisor y al receptor.

El canal puede ser un medio físico natural, como el aire (por el que se propagan las ondas sonoras en una conversación ), el espacio (por el que se propagan las ondas electromagnéticas de una emisión de radio), o el agua (a través de la cual la ballena recibe los ecos de las señales emitidas por ella misma para orientarse).

Pero también existen canales artificiales creados por el hombre para poder salvar distancias espaciales o temporales, como por ejemplo las páginas en las que está escrita una novela, el cable por el que se transmiten los impulsos eléctricos en una conversación telefónica, el disquete en el que está almacenado un programa de ordenador o la casete en la que está grabada una actuación.

        EL CÓDIGO

El código es un conjunto limitado de signos y de reglas para combinarlos que permiten la creación de mensajes portadores de información.

Los códigos son también muy variados, y van desde la más absoluta simplicidad hasta las complicaciones más extremas. Cuanto más sencillo sea el código, será a su vez menos capaz de comunicar contenidos. Por ejemplo, la barrera de un paso a nivel en una carretera sólo tiene dos posiciones que signifiquen algo: o bien está levantada (y significa paso libre), o bien está bajada (y significa prohibido el paso). Constituye, pues, un código formado por estos dos elementos, que por lo tanto sólo es capaz de comunicar una de estas dos cosas. Las banderas que señalan en las playas el estado de la mar forman un código con tres elementos, capaz por lo tanto de comunicar tres mensajes (la bandera verde significa mar en calma, la amarilla significa precaución, y la roja significa peligro).

El código formado por el conjunto de las señales de tráfico de las carreteras constituye un ejemplo de código bastante más complejo. Y así, el grado de complejidad de los códigos va en aumento, lo mismo que su capacidad expresiva. Las lenguas naturales, es decir, cada uno de los idiomas que utilizamos los humanos para comunicarnos, son códigos de gran complejidad y también los que mayor número de mensajes distintos pueden expresar.

En la comunicación verbal el código es la lengua en la que se expresan emisor y receptor; pero la posesión del código no es idéntica para todos los hablantes. En estas tres situaciones, emisor y receptor comparten el código del español:
-       Un médico le dice a un paciente que tiene altos los triglicéridos.
-       Un colombiano pide un tinto ( en Colombia, un “café”) en un bar español.
-       Un lector se enfrenta en la actualidad a estos versos de un poema medieval castellano: Fita Ayuso e por Guadalfajara / fata Alcalá llegen las algaras.
En los tres casos, la comunicación no se realiza plenamente porque, por diversas razones, los interlocutores no participan del mismo uso específico del código.


        EL MENSAJE

El mensaje es el producto que ha elaborado el emisor y en el que ha codificado la información que hace llegar al receptor.

Los tipos de mensaje son muy variados, y dependen de la naturaleza del emisor: la temperatura alcanzada por el motor de un coche, la prohibición de fumar en el metro, el doble pitido de un ordenador al ser encendido, o el desplazamiento de un frente nuboso son ejemplos de mensajes.

Un mensaje puede estar constituido por un solo elemento (la luz roja del semáforo) o por varios (la combinación de los catorce signos de una quiniela).

Para que un mensaje sea bien comprendido por el receptor, es necesario que éste tenga en cuenta muchos elementos ajenos al propio mensaje, desde la intención del hablante hasta los conocimientos del propio código que tenga el receptor, su conocimiento de la realidad o el contexto o situación en que se produce.

Un mensaje como ¡Qué gracia!  Puede significar, dependiendo del tono e intención con que se diga, una cosa o todo lo contrario. Éste es mi tronco, probablemente, no significará lo mismo para una persona de edad que para un joven. Tiene una cultura muy vasta  será un mensaje no correctamente entendido por el receptor si éste no tiene el suficiente conocimiento del código de su propia lengua. Hoy les han pegado bien a los colchoneros será entendido de una forma errónea por quien no comparta el suficiente conocimiento de la realidad con el emisor. Todos estos elementos condicionan la comprensión de los mensajes.

        EL CONTEXTO

El contexto o situación es el conjunto de circunstancias, tanto lingüísticas como extralingüísticas, que enmarcan el acto de comunicación. La importancia del contexto en el acto de comunicación es muy grande: determina el significado  de muchos mensajes que, apartados de la situación en que se han creado, pueden dejar de tener sentido o bien pueden significar varias cosas distintas.

Es un hacha es un mensaje que, como tantos otros, sólo adquiere su verdadero significado si lo consideramos dentro del acto de comunicación donde se produce ,es decir, dentro de su contexto lingüístico (no significará lo mismo si respondo a alguien que me ha preguntado ¿Qué herramienta es ésa? Que si estoy dando mi opinión de cómo trabaja y logras sus objetivos un amigo mío.

En un acto comunicativo se tienen que tener en cuenta los siguientes contextos:
·               Contexto lingüístico: Lo dicho antes y después de un enunciado o de una palabra puede condicionar su interpretación: Le di el dinero (verbo dar), Juan, di tu respuesta (verbo decir).
·               Contexto situacional: Comprende tanto las circunstancias espaciales como temporales en las que se desarrolla el acto comunicativo. Un enunciado tan simple como ¿Qué hora es? Puede dar lugar a varias interpretaciones : sólo deseas saber la hora, o implica que estás aburrido o nervioso y deseas que termine o empiece algo.
·               Contexto sociohistórico: Se refiere al conocimiento de la época en la que se produce el mensaje; este conocimiento es fundamental para la comprensión de textos literarios antiguos, ya que el lector actual le faltan muchas referencias del entorno de las historias y los personajes.
·               Contexto literario: El conocimiento de la obra de un autor o de un determinado movimiento literario permite su adecuada interpretación. Por ejemplo, el llanto del héroe, reacción difícilmente atribuible al protagonista de una película del oeste, es, sin embargo, esperable en el héroe de la épica.


        EL RUIDO

En todo proceso de comunicación pueden aparecer también ciertos elementos distorsionadotes, que dificultan la perfecta recepción del mensaje y hacen que la señal captada por el receptor no sea igual a la enviada por el emisor. Estas perturbaciones las conocemos con el término  genérico de ruido.

El murmullo de fondo que entorpece una conversación oral, la mala calidad de la impresión de un texto, la ilegibilidad de una letra, la deficiente vocalización de un hablante, los problemas auditivos de un oyente, la doble imagen en la pantalla del televisor o las interferencias radiofónicas son casos de ruido.

La aparición del ruido puede provocar la pérdida de una parte de la información del mensaje. Esa pérdida puede hacer, en ocasiones, que el mensaje se entienda de forma errónea o que no se entienda en absoluto. Para contrarrestar esta pérdida, el emisor introduce en sus mensajes un cierto grado de redundancia.



        LA REDUNDANCIA

La redundancia es la parte de un mensaje que no contiene información añadida, sino que aparece en él sólo para asegurar que, a pesar de la posible pérdida de información producida por el ruido, al receptor le llegará un porcentaje muy alto de aquélla.

Son ejemplos de redundancia el gesto para acompañar a una expresión que significa lo mismo (piensa en los gestos de la cabeza, con los que reforzamos nuestra afirmación o negación, o el empleo de los dedos con que acompañamos muchas veces los números que pronunciamos), la elevación del volumen de voz o la repetición de un mismo mensaje con diferentes palabras. Cuando nos esforzamos por articular de forma clara y correcta o cuando escribimos con cuidado para que nuestra letra sea perfectamente comprensible, estamos introduciendo redundancias en nuestro mensaje.

Hay otras redundancias que no dependen de la voluntad del hablante, sino de cada código lingüístico. Algunas de las redundancias del español son: la repetición de las marcas de género y número (He comprado todas estas cartas), la presencia del pronombre sujeto (Yo no lo veo), la repetición de la negación (No tenemos ninguna hambre), la repetición pronominal (A mí no me lo digas), etc.



FACTORES DE LA COMUNICACIÓN






EMISOR
(fuente /transmisor)
RECEPTOR
CANAL
CÓDIGO
MENSAJE
CONTEXTO
RUIDO
REDUNDANCIA












  1. CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN HUMANA

La comunicación humana y la utilización que en ella hacemos del lenguaje poseen características que las diferencian nítidamente de los procesos de intercambio de información que pueden darse en otros ámbitos.

        ADQUISICIÓN CULTURAL Y PREDISPOSICIÓN GENÉTICA

El conocimiento y el uso del lenguaje no son instintivos: son el resultado de un proceso de adquisición por el que cada individuo interioriza las unidades y el conjunto de reglas y pautas propias del sistema lingüístico de la comunidad en la que vive. En ausencia de los estímulos exteriores necesarios, el lenguaje sencillamente no se adquiere ni se desarrolla.

De todas formas, el lenguaje no es simplemente un producto cultural. Es cierto que los humanos no estamos biológicamente condicionados a hablar una determinada lengua en virtud, por ejemplo, de nuestra pertenencia a una u otra raza; sin embargo, sí estamos genéticamente predeterminados como especie para adquirir alguna lengua. La capacidad de adquirir y usar una lengua forma parte de las características biológicas particulares de nuestra naturaleza humana. Sólo en este sentido limitado podemos decir que el lenguaje es un “instinto”.


El lenguaje no es un artefacto cultural que se aprende de la misma forma en que se aprende a leer la hora o a rellenar una instancia; por el contrario, el lenguaje es una pieza singular de la maquinaria biológica de nuestro cerebro. El lenguaje es una habilidad compleja y especializada, que se desarrolla de forma espontánea en el niño, sin esfuerzo consciente o instrucción formal, se despliega sin que tengamos consciencia de la lógica que subyace a él, es cualitativamente igual en todos los individuos, y es muy distinto de otras capacidades generales como tratar información o comportarnos de forma inteligente.
Por estos motivos, algunos científicos cognitivos han definido el lenguaje como una facultad psicológica, un órgano mental, un sistema neuronal o un módulo computacional. Sin embargo, yo prefiero un término más pintoresco, como “instinto”, y que esta palabra transmite la idea de que las personas saben hablar más o menos en el miso sentido en que las arañas saben tejer sus telas. (…) Aunque hay diferencias entre las palabras y las telarañas, les animo a que vean el lenguaje de esta manera.

                                              The language Instict .S.PINKER



        USO LIBRE Y VOLUNTARIO

Hablamos de manera espontánea y nos parece que lo hacemos de un modo casi automático. Sin embargo, la utilización del lenguaje no es refleja, sino libre, intencional y voluntaria. Esto significa que cuando hablamos no usamos las palabras como si fueran una respuesta condicionada ante un estímulo. Por ejemplo, podemos advertir a otro de un peligro inminente produciendo un enunciado como Se está acercando un tigre, pero desde luego nada nos obliga a hacerlo. El emitir o no esa secuencia es, por tanto, resultado de nuestra decisión consciente.

El carácter no reflejo de la conducta lingüística es también el que nos permite hablar de objetos o acontecimientos sin necesidad de que éstos estén presentes en nuestro entorno inmediato. Por eso podemos pronunciar la frase Se está acercando un tigre sin necesidad de que haya ningún tigre a la vista o merodeando cerca. Esta propiedad, el hablar de situaciones que no tenemos presentes, se denomina desplazamiento, y es la responsable de que los humanos podamos mentir o de que podamos hablar del pasado o del futuro; es asimismo la que hace posible la especulación científica o la creación artística.

        VARIEDAD DE INSTRUMENTOS

La comunicación humana no está restringida al empleo de un código; dicho de otro modo, los humanos podemos usar el lenguaje con el fin de comunicarnos, pero no estamos limitados al uso del lenguaje. Esta afirmación debe entenderse en dos sentidos: por un lado, para comunicarnos podemos elegir entre la diversidad de códigos de que disponemos; por otro, podemos comunicarnos sin usar un código, mediante la producción intencional de indicios.
·               La diversidad de códigos. Los humanos hemos desarrollado otros conjuntos de convenciones, distintos de la lengua, que permiten a quienes los conocen intercambiar información; estos códigos van desde los más amplias, como el código internacional de banderas que utilizan los barcos en alta mar o el código de la circulación, hasta los más restringidos, como el lenguaje de señas en el mus y en otros juegos de cartas. Hemos ideado, incluso, códigos que nos permiten modificar el tipo de señal y el medio de transmisión, de modo que sea posible transferir señales de un medio a otro: por ejemplo, la escritura convierte las señales auditivas en señales visuales, y el sistema braille las convierte en señales táctiles.

·               La producción intencional de indicios. No siempre tenemos que recurrir a un código para poder comunicarnos, lo cual es una propiedad específica de la comunicación humana. También podemos servirnos del poder informativo de los indicios produciéndolos de manera intencional, y de hecho esto es algo que hacemos constantemente. En el caso de los humanos, el código es, desde luego, un instrumento sumamente eficaz para transmitir información, pero no es un instrumente necesario.



La comunicación humana, pues, presenta propiedades que la caracterizan. El siguiente cuadro resume los rasgos propios de la comunicación humana frente a algunas formas no humanas de transmisión de la información.




Animales
Máquinas
Seres humanos
Naturaleza

Instintiva

Programada

Adquirida (con una base biológica)


Funcionamiento


Reflejo


Automático


Libre e intencional


Instrumentos

Código simple

Código
Códigos complejos (sistemas)
Códigos simples
Indicios





  1. COMUNICACIÓN SISTEMÁTICA Y COMUNICACIÓN ASISTEMÁTICA

Muchos de los códigos que empleamos los humanos son sistemas, es decir, conjuntos estructurados de señales que constan de unidades aislables y de reglas estables para combinar entre sí estas unidades. Se puede formar de este modo un número potencialmente ilimitado de señales complejas. Los sistemas tienen dos rasgos que los diferencian de otros códigos más simples: composicionalidad y recursividad.
-       La composicionalidad es la propiedad que permite descomponer los mensajes complejos ( por ejemplo, las oraciones ) en unidades menores (por ejemplo, las palabras), de modo que la interpretación del conjunto deriva de la de sus partes componentes. Del mismo modo, podemos producir significados complejos combinando significados más simples de acuerdo con ciertas pautas establecidas.
-       La recursividad es la posibilidad de utilizar los elementos del sistema –sean las unidades, sean las reglas- más de una vez. Por ejemplo, en una secuencia como El libro que me regalaste se lo he prestado al chico con el que está saliendo mi hermana se ha utilizado dos veces la regla de formación de oraciones de relativo.

Podemos denominar sistemática a la comunicación que utiliza un código de este tipo. Las lenguas naturales o el código de circulación constituyen ejemplos cotidianos de sistemas estructurados. En el código de circulación, por ejemplo, la forma y el color de las señales tienen un significado constante. Esto permite, entre otras cosas, crear nuevas señales a partir de la combinación de los elementos ya existentes y poder predecir su significado, aun sin haberlas visto antes. Así, de acuerdo con las reglas actuales, todos sabemos que una señal azul, circular y con la silueta blanca de una vaca en su interior sólo podría significar “calzada obligatoria para vacas”. Ciertamente no se usa, pero no por ello deja de estar formada por elementos más simples que se combinan siguiendo pautas fijas.

La posibilidad de utilizar códigos complejos parece reservada sólo a los humanos. Los animales, en cambio, utilizan códigos de correspondencia muy simples: pueden transmitir sólo un conjunto limitado y predeterminado de mensajes ( “Veo una presa”, “Se aproxima un depredador”…) por medio de un conjunto también limitado de señales que raras veces pueden analizarse en unidades más pequeñas.


Decimos que la comunicación es asistemática cuando en las señales empleadas no pueden reconocerse unidades aislables ni reglas estables de composición. El hecho de que en muchas formas de comunicación no se use un código complejo no significa que la comunicación sea imposible o menos eficaz.
La publicidad, por ejemplo, constituye una manifestación paradigmática de comunicación asistemática y, a la vez, suele ponerse como ejemplo de comunicación en la que prima la eficacia en la transmisión del mensaje. Y, sin embargo, si exceptuamos la parte verbal, ninguno de los elementos que aparecen en un anuncio publicitario tiene un significado establecido previamente; es más, el interés de un anuncio radica normalmente en lo novedoso de las relaciones que se establecen entre los distintos elementos que lo integran y en las interpretaciones a que se da lugar.

Lo mismo puede decirse de otras muestras de comunicación, como el cine, la pintura, la literatura y otras artes. La comunicación asistemática resulta particularmente efectiva en los llamados lenguajes artísticos o semiartísticos, precisamente porque en ellos es habitual sugerir ciertas asociaciones que no se corresponden exactamente con contenidos articulados de forma estricta. En muchos de estos casos no existe un solo contenido informativo, claro y delimitado, que el autor se proponga transmitir, sino que se sugieren asociaciones o experiencias, de modo que la participación del receptor al construir la interpretación tiene que ser especialmente activa.
La eficacia de la comunicación asistemática ha llevado a veces a afirmar, por ejemplo, que cada anuncio o cada película crea su propio código. Tras este modo de presentar las cosas se halla la  idea de que no puede haber más forma de comunicación que la que obedece a algún tipo de convención previa, o que la transmisión eficaz de información sólo puede explicarse si hay detrás un código que la respalde.
Frente a esta visión mecanicista, que quiere reducir toda la comunicación a la rigidez de un código, parece más adecuado adoptar la idea de que existe también comunicación asistemática y que ésta puede resultar tan eficaz como la comunicación sistemática. La comunicación que utiliza un código no constituye un ejemplo prototípico de comunicación, sino que es simplemente un caso particular en que se ha establecido un acuerdo implícito sobre la forma y el contenido de los signos utilizados.


  1. COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA Y COMUNICACIÓN NO LINGÜÍSTICA

Es habitual que la comunicación sistemática y la asistemática se den simultáneamente. En paralelo con la comunicación lingüística, que utiliza el código sistemático de la lengua para transmitir información, podemos producir otras señales que complementan o modifican lo dicho por medios verbales. Las variaciones en la voz o en la expresión facial, por ejemplo, son instrumentos eficaces para transmitir un amplio abanico de informaciones. Así, en la comunicación “cara a cara”, al mismo tiempo que emitimos mensajes lingüísticos, estamos proporcionando indicios –intencionales, unas veces; espontáneos, otras- que sirven a nuestro interlocutor para interpretar adecuadamente lo que decimos.

La interpretación de un indicio producido intencionalmente no requiere la mediación de un código. Lo que hace falta es que el interlocutor sea capaz de ver la intención comunicativa que hay tras la señal producida. Sin embargo, muchas de estas señales han llegado a estandarizarse, de modo que se ha establecido un vínculo más o menos estable entre la señal y su interpretación.

Estos conjuntos de señales estandarizadas que acompañan a la producción del mensaje lingüístico suelen englobarse bajo la denominación de códigos no verbales (aunque no hay que olvidar que en realidad no constituyen códigos sistemáticos). En virtud del canal utilizado para la comunicación es habitual distinguir varias clases de señales no lingüísticas:
·               Señales paralingüísticas. Son señales de tipo auditivo y comprenden las modificaciones no lingüísticas de la voz, como el tono, el ritmo o la duración. Cuando decimos No me molestó lo que dijo, sino el tono en que me lo dijo  o  Eso lo dijo con retintín, estamos aludiendo precisamente a la información que transmiten estas señales.

·               Señales kinésicas. Son señales de tipo visual y utilizan las variaciones de la expresión facial, la dirección de la mirada o los gestos. Por ejemplo, un mismo enunciado como Llevo más de media hora aquí esperándote puede interpretarse como un reproche más o menos violento según la expresión facial que lo acompañe (y también, por supuesto, según el tono de voz).


  1. FUNCIONES DEL LENGUAJE

Los actos de comunicación representan el principal medio por el que se relacionan los seres humanos. Esta comunicación con los demás se lleva a cabo empleando el lenguaje como instrumento.

El lenguaje es, pues, la capacidad que tiene el ser humano (al igual que el resto de los animales) para comunicarse con los demás. Nos referiremos sólo al lenguaje humano, por se éste el que ha logrado un grado de complejidad y capacidad comunicativa no alcanzado por ninguna otra especie animal.

El lenguaje es el instrumento, el medio que los seres humanos utilizamos para comunicarnos con muy variadas finalidades. Por medio del lenguaje damos órdenes, mostramos enfado o alegría, llamamos la atención de nuestro receptor, contamos cosas y hasta emitimos mensajes sin contenido informativo alguno, pero esenciales para asegurar que la comunicación continúe.

Todas estas finalidades son las funciones del lenguaje, es decir, las distintas “aplicaciones” para las que empleamos el lenguaje.

Las funciones del lenguaje que vienen a continuación no se encuentran  nunca ( o casi nunca) en estado puro; en los mensajes casi siempre aparece más de una función al mismo tiempo. Y como la función representativa es la esencial del lenguaje, es muy normal que esté presente en un porcentaje enorme de los mensajes que se emiten. Lo que sí podemos afirmar es que en cada mensaje habrá una función predominante sobre las demás y otras funciones secundarias, dependiendo de cuál sea la intención comunicativa del emisor.

·               Función expresiva o emotiva: es aquella en la que el emisor desempeña un papel preponderante. A través de esta función se pone de manifiesto la interioridad del hablante, se expresan sus emociones, sus estados de ánimo, su actitud ante lo que está diciendo. Esta función es muy característica del lenguaje coloquial.

Los elementos verbales más propios de la función expresiva son:
a)    las interjecciones (¡Vaya!, ¡Caramba! ),
b)     la ruptura del orden lógico de la oración
c)     la introducción de elementos afectivos como aumentativos, diminutivos y despectivos (Menudo rollazo; Qué cosita más bonita)
d)     la marca verbal del subjuntivo con valor optativo (Ojalá no llueva)

·               Función conativa: está orientada al receptor. A través de esta función, el emisor consigue influir en la actitud del oyente, modificándola de algún modo. Es la función predominante en los mandatos y las preguntas, y también está muy presente en las sugerencias, en los consejos y en todo tipo de mensajes que tengan como finalidad influir en el comportamiento de alguien.

La función conativa es también muy frecuente en el lenguaje coloquial, y se da de forma muy destacada en la publicidad y en la propaganda ideológica.

Desde el punto de vista formal, los elementos típicos de los mensajes regidos por la función conativa son:
a)    el vocativo (¡Eh, tú, ven para acá! ; Luis, date prisa; Dios mío, ayúdame.)
b)    El imperativo verbal (dime lo que has hecho; Tráete todos tus trastos)
c)    Las interrogaciones ( ¿Qué llevas ahí?)
d)    El empleo de elementos valorativos y afectivos destinados a persuadir al receptor (No serás tan severo como para negarme este caprichito de nada)

·               Función representativa: también llamada referencial es la que está orientada a la información, es decir, al contenido del mensaje. El elemento predominante en esta función es el contexto. La principal utilidad de la función representativa es la transmisión de contenidos referidos a la realidad extralingüística (real o de ficción), sin que se deje traslucir nada de la interioridad del emisor.

La función representativa es la básica del lenguaje (ningún lenguaje animal la tiene), porque a través de ella se “representa” y simboliza la realidad que nos rodea.
La caracterización formal de esta función es muy difícil, porque se distingue más bien por la ausencia de marcas propias de las que disponen el resto de funciones. Podemos señalar, sin embargo:
a)    el predominio del indicativo verbal
b)    la ausencia de los elementos valorativos
c)    el empleo casi exclusivo del léxico de carácter denotativo
d)    la entonación neutra

·               Función fática: también llamada de contacto es la que incide sobre el canal. Es la función característica de los mensajes prácticamente vacíos de información, cuya única finalidad es empezar o terminar una comunicación, o comprobar en un momento dado que el canal continúa abierto.

Son mensajes en los que predomina la función fática las fórmulas de cortesía, tanto para iniciar una conversación  como para terminarla, así como las frases hechas que sólo tienen por objeto comprobar que el otro está escuchando o demostrar que se le escucha: ¿Sabes?; Ya; ¿Sí?; Buenos días; ¿Cómo está usted?

·               Función metalingüística: es la centrada en el código de la lengua. Se producen mensajes con función metalingüística cada vez que utilizamos la lengua para hablar de ella misma, es decir, cuando la lengua se toma a sí misma como referente.

Siempre que nos detenemos a aclarar el sentido de una palabra (¿Qué significa idiosincrasia?) o  a analizar la lengua en algún aspecto (El verbo abolir es defectivo; El sujeto no aparece aquí), estamos empleando la función metalingüística.
Por lo tanto, los libros de gramática, los diccionarios o la ciencia Lingüística la emplean continuamente. Como se trata de un caso particular de la función representativa o referencial, se caracterizará formalmente de la misma manera que ella.

·               Función poética: o estética es la que actúa sobre el mensaje en sí, sin tener en cuenta su contenido; mira, por lo tanto, sólo al plano de su forma. Esta función aparece cuando se pretende que el receptor preste su atención a la forma en que se ha codificado el mensaje, es decir, que se fije en cómo se dice más que en qué se dice.

La función poética está presente en aquellos mensajes en los que el lenguaje se utiliza con un propósito estético o llamativo, en los que lo imprevisto, lo novedoso, lo chocante o incluso lo humorístico hacen que se preste atención a la forma del mensaje.

Esta función es la predominante en la literatura, pero también está presente en el lenguaje coloquial (Comerle a uno el tarro). Tiene gran incidencia, así mismo, en la publicidad, donde atrae la atención del receptor por medio las peculiaridades del mensaje (Haga su compra barata en almacenes La Rata).

En cuanto a recursos formales más utilizados son:
a)    la repetición ( la rima, tan presente en el lenguaje poético, no es sino una repetición de sonidos cada cierto número de sílabas). Esta repetición se produce en el plano de los fonemas (el silbo de los aires amorosos), en el plano de las sílabas (Un no sé qué que queda balbuciendo), y en el plano de unidades mayores (En invierno y en verano, ambientador Climasano).
b)    Metáforas (Eres un sol)
c)    Paradojas (Que muero porque no muero)
d)    Etc.

En general, cuanto mayor sea la desviación del mensaje con respecto a lo que sería normal esperar, mayor es el efecto que produce en el receptor, y por lo tanto más se habrá conseguido lo que intentaba el emisor: causar impacto.

  1. ¿COMUNICACIÓ  NO HUMANA?

La transmisión de información no es exclusiva de los humanos. También los animales y muchos tipos de dispositivos electrónicos pueden transmitir información. Ahora bien, aunque es habitual denominar comunicación a estos procesos, debemos ser conscientes de que ésta no es más que una metáfora común. En efecto, en sentido estricto, no podemos decir que los animales o los dispositivos electrónicos se comuniquen, ya que a este tipo de procesos de transmisión de información les falta una de las características esenciales de la comunicación: la intencionalidad. A pesar de esta diferencia básica, es interesante analizar los rasgos propios del intercambio de información en ámbitos diferentes del humano para poder percibir mejor en qué sentido la comunicación humana es específica.

      EL LENGUAJE ANIMAL

Aunque se asemeja en algunos aspectos al uso del lenguaje que hacemos los humanos, la transmisión de información entre animales tiene características propias:
·               Es instintiva. Los animales están biológicamente programados para transmitir ciertas señales a sus congéneres. El conocimiento y el uso de dichas señales forma parte de su herencia genética y, por tanto, es común a todos los individuos de la especie y no parece estar supeditado a ningún tipo de aprendizaje.
·               Está limitada a la transmisión refleja de información;  es decir, la señal se emite de manera automática y sólo cuando se dan las circunstancias requeridas. Esto implica, por una parte, que los animales deben transmitir la información de manera obligatoria en determinadas circunstancias; y, por otra; que no pueden hacerlo más que bajo esas circunstancias. Por ejemplo, ante la presencia de un depredador los animales que poseen una llamada de peligro no pueden elegir entre producirla o no producirla; y, desde luego, nunca emitirán esta señal a no ser que se den precisamente esas circunstancias. Por eso puede decirse que la emisión de la señal adecuada es, en el caso de los animales, un reflejo condicionado semejante; por ejemplo, al de cerrar los ojos cuando algo se mueve hacia ellos.
·               Está limitada al empleo de un código. Ninguna especie animal puede apartarse de su propio conjunto de señales ni puede transmitir información por otro medio que no sea el predeterminado en su caso. El instrumento empleado puede caracterizarse como un código de correspondencias simple, que establece una conexión biunívoca (de uno a uno) entre señales y mensajes: a cada señal le corresponde un significado. No parece haber reglas de composición que, a partir de esas señales, permitan extender o modificar ni el número de mensajes ni sus contenidos: hay un conjunto finito de señales que da lugar a un conjunto finito y estrictamente limitado de mensajes.

El lenguaje de las abejas
El zoólogo austriaco Kart von FRISCO, premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973, dedicó buena parte de su investigación a desentrañar el lenguaje de las abejas. De acuerdo con sus estudios, cuando una abeja exploradora descubre una nueva fuente de alimento, regresa a su colmena y ejecutará una danza por medio de la cual informa a las demás de su hallazgo. Si la nueva fuente de alimentos está a menos de 90 m de distancia, la abeja ejecuta un baile circular, cambiando cada vez el sentido de su rotación. Si está más lejos, la danza describe una serie de ochos, en cuya parte central la abeja hace vibrar su cuerpo. La cantidad de ochos indica la distancia a la que se encuentra la nueva fuente; el ángulo de la parte central del ocho con respecto al sol indica la dirección; y el número de vibraciones indica su tamaño.

Sería impensable que una abeja ejecutara la danza sólo para gastar una broma a sus compañeras. Es cierto que se han descrito en algunos animales ciertas conductas que los humanos solemos interpretar como fingidas. Por ejemplo, algunos fingen estar enfermos para protegerse del ataque de otros. Pero no se trata de una estrategia individual voluntariamente adoptada: cualquiera de sus congéneres en las mismas circunstancias y sin necesidad de aprendizaje previo se comporta de un modo semejante. Ello quiere decir que se trata de una pauta de conducta biológicamente programada que no puede elegirse libremente. Así pues, los animales no mienten; sólo el contacto con los humanos puede cambiar las cosas.






      EL LENGUAJE DE LAS MÁQUINAS

Muchos dispositivos eléctricos intercambian también información. Aunque estamos acostumbrados a pensar que las máquina complejas (como los ordenadores) son inteligentes, en realidad los procesos de transmisión de información que se dan entre ellas o en su interior no se asemejan a los de la comunicación humana sino a los de la transmisión de información entre animales. Pensemos, por ejemplo, en lo que ocurre en el caso de los dispositivos electrónicos simples, como los que abren automáticamente las puertas en un supermercado o aeropuerto, o los que controlan el cierre de las puertas de un ascensor o la subida y bajada de la barrera de un aparcamiento. Estos dispositivos contienen sensores que detectan la presencia o el movimiento y envían una señal eléctrica a otro dispositivo, que la interprete y que, a su vez, produce la apertura o el cierre de las puertas. Emisor y receptor son dispositivos electrónicos que intercambian señales de tipo eléctrico.

Auque intercambian información, estos dispositivos tampoco pueden decidir libremente entre transmitir o no la información que han recibido: han sido programados rígidamente para hacerlo siempre que se den determinadas circunstancias y siempre de la misma manera, y no pueden escapar a su propio diseño.

  1. LOS SIGNOS

Aunque el interés por el lenguaje humano es muy antiguo, la Lingüística, la disciplina que lo estudia con métodos científicos, es reciente (nació en el s.XX). Esta disciplina, a su vez, forma parte de una ciencia mucho más amplia y general: la Semiótica o Semiología, que estudia todos los signos en el seno de la vida social.

Teniendo en cuenta que el ser humano interpreta en forma de signo casi todas las realidades de su mundo, y que por lo tanto su forma de percibir la realidad es el signo, es importante conocer el concepto de signo como elemento fundamental del código con que se componen los mensajes del lenguaje humano.

La Semiología nos define el signo como una realidad física (acústica,visual..) que empleamos en lugar de lo que queremos representar y que es interpretada por la mente de un receptor; es decir, el signo es una cosa que sustituye a otra. Si no existe esa mente (ese receptor humano), no podrá existir el signo, porque esa realidad física no podrá ser descodificada; y, al contrario, existiendo un receptor humano, cualquier realidad se puede convertir en un signo.

Dos personas podrán ponerse de acuerdo en que cuando una de ellas se lleve la mano a la oreja izquierda, la otra ejecutará una acción determinada; así, el hacer ese gesto con la mano, que generalmente no significa nada, cobra un contenido significativo en un acto de comunicación determinado. La bandera roja que pocemos ver a veces en las playas es un signo para todos nosotros, porque mediante ese objeto que captamos visualmente se nos hace llegar el significado de peligro.

8.1. SIGNIFICADO Y SIGNIFICANTE

En todo signo podemos distinguir fácilmente dos planos: por un lado, el concepto al que aludimos mediante el signo, que es su significado, y por otro el de la realidad física con que lo aludimos, que es el significante. Por lo tanto, todo signo es una realidad biplánica.

Hay que mencionar un tercer elemento: el referente, que es la realidad a la que se refiere el signo. Debemos distinguir muy claramente, sin embargo, entre el referente y el significado: el referente de la palabra piedra es la realidad material a la que designamos con ese término en un acto de comunicación, mientras que su significado es la imagen mental que cada uno de los hablantes de nuestra lengua tenemos de esa palabra, una imagen mental en la que no consta ni el tamaño, ni el color, ni la composición geológica..

Ferdinand de Saussure caracterizó el signo lingüístico como una entidad de dos caras: significante y significado.
En la concepción de Saussure, significante y significado son elementos íntimamente unidos, que se reclaman recíprocamente, como las dos caras de una hoja de papel.



SIGNO LINGÜÍSTICO               significante > f-l-o-r             referente >
                                                   Significado >



8.2. CLASES DE SIGNOS

Los signos pueden clasificarse atendiendo a varios criterios:
a) Según el canal utilizado, es decir, según el sentido corporal a través del que percibimos el significante. La vista y el oído son los sentido más empleados por el hombre como canal de percepción de los signos, mientras que el olfato, tan importante en la comunicación animal, o el gusto apenas son empleados como procedimientos sistemáticos.
b) Según la estructura del signo, distinguimos entre signos simples y compuestos o articulados. Son signos simples aquellos que no se pueden descomponer y son compuestos los que están constituidos por unidades menores separables del resto.

Los signos  de tráfico constituyen un sistema de elementos en los que, prescindiendo de los que aparezca representado dentro de cada uno, podemos distinguir una significación según el signo tenga forma de círculo bordeado en rojo (que nos indica prohibición), de triángulo bordeado en rojo ( que indica peligro) o de cuadrado sin el color rojo (que sólo nos da una información o recomendación).
Por lo tanto, el color rojo y la forma del signo aportan un significado separable del que la señal entera nos transmite. Se trata, pues, de un código formado por signos compuestos. En cambio, el código del semáforo está compuesto por unidades simples e indivisibles.
c) Según la fuente de emisión, pueden ser artificiales o naturales.
d) Según la intencionalidad y consciencia del emisor, pueden ser comunicativos o expresivos.
e) Según el vínculo con el referente (clasificación de Peirce), distinguimos entre:
      - Los iconos. Son aquellos signos que tienen una relación de semejanza con el referente.
      Una escultura, una fotografía, un cuadro, un mapa, etc., son signos icónicos, porque tienen un cierto parecido con la realidad a la que representan. También las onomatopeyas o palabras que imitan los sonidos que significan (chapotear, chirrido, bisbisear) son casos de signos icónicos.
      La semejanza existente entre el icono y el objeto representado hace que se considere a los iconos como signos motivados. Sin embargo, no hay que olvidar que la consolidación como icono es resultado de un proceso de convencionalización, por el que se establece y se fija la conexión entre la señal y su contenido. Así, hemos asimilado que el dedo índice señalando cualquier punto muestra una dirección, o que una taza no nos indica que en ese lugar se venden juegos de café, sino que se trata de una cafetería.
      En los últimos tiempos los iconos han cobrado un protagonismo especial. Su eficacia informativa es muy alta: de un solo vistazo podemos procesar fácilmente una cantidad de información relativamente alta; por eso, la informática los usa abundantemente. Son iconos, por ejemplo, muchos de los signos que aparecen en las barras de herramientas de algunos programas informáticos.
      - Los indicios o síntomas. Son los signos que tienen una conexión física real con el referente.
      Esta relación puede ser de causa/efecto (el humo, que nos remite al fuego que lo produce, o la fiebre, que remite al proceso infeccioso que la produce), de proximidad (las huellas que dejan nuestros dedos en un vaso o el cerco que deja el vaso sobre la mesa), o de cualquier otro tipo de relación que no sea la de semejanza (el título de un cuadro escrito debajo de él, el dedo que señala algo, etc.)
      - Los símbolos. Son los signos cuya relación con el referente es arbitraria, basada sólo en una convención.
      Los alfabetos, los números, los emblemas de los partidos políticos, etc., son símbolos, porque representan una realidad sin parecerse en nada a ella y sin guardar con ella más relación que la de habernos puesto todos de acuerdo en que con esa representación se significa esa realidad. A esta clase de signos pertenece el signo lingüístico.



NO CONVENCIONALES

                             CONVENCIONALES


Indicios o síntomas
      Motivadas
              No motivadas

     Iconos

   Símbolos o signos convencionales













                                    CLASIFICACIÓN DE LOS SIGNOS

CRITERIO

  CLASE

      DESCRIPCIÓN Y EJEMPLOS

Canal utilizado
Olfativos
Los percibidos a través del olfato: olores de alimentos.
Táctiles
Los percibidos a través del tacto: signos del alfabeto braille.
Gustativos
Los percibidos a través del gusto: sabores de alimentos.
Visuales
Los percibidos a través de la vista: diagramas, símbolos químicos
Auditivos
Los percibidos a través del oído: lenguaje verbal, ruidos de animales.
Estructura del signo
Simples
Los que no se pueden descomponer: semáforo
Compuestos
Los que están constituidos por unidades menores: lenguas
Fuente de emisión
Artificiales
Los emitidos conscientemente para comunicar algo: palabras, gritos, dibujos…
naturales
Los procedentes de una fuente natural, sin emisor intencional: cielo encapotado.
Intencionalidad y consciencia del emisor
Comunicativos
Los emitidos intencionadamente: gesto de fastidio.
Expresivos
Los emitidos espontáneamente, incluso sin intención comunicativa, que son reveladores de una disposición anímica: sonrojarse, palidecer.
Relación del signo con el referente
Iconos
Los que remiten a su objeto por semejanza:dibujo, fotografía.
Indicios
Los que guardad contigüidad física o conexión causal con el objeto indicador: estrella polar (que señala el norte), grito de ¡Cuidado!
Símbolos
Los que mantienen con el objeto una relación determinada por alguna convención; son signos arbitrarios: estandarte, contraseña, talón, billete.





8.3. CARACTERÍSTICAS DEL SIGNO LINGÜÍSTICO

El signo lingüístico tiene unas características que lo distinguen claramente de otros signos:
* Es arbitrario, es decir, inmotivado. No existe, desde luego, ninguna relación entre la secuencia fónica /mesa/ y el concepto que designa. Simplemente es fruto de una convención que compartimos los hablantes del español. Y la mejor prueba es que el mismo concepto es nombrado con secuencias fónicas diferentes (table, tavola, tisch) en otros idiomas.
Se podría argumentar que sí existe una relación entre la cadena fónica  la realidad que designa en las onomatopeyas, que intentan reproducir a través de sonidos dichas realidades. Pero las onomatopeyas son escasas en una lengua.

* Es inmutable, no puede ser cambiado por el individuo, porque nos viene impuesto socialmente. Si alguien quisiera dejar de denominar al referente de mesa con este término, se encontraría con la resistencia de la colectividad ante cualquier innovación lingüística.
Sin embargo, sí que se produce cierta mutabilidad del signo a través del tiempo, y esto lo comprobamos tanto por los cambios de significación que han sufrido muchas palabras como por la introducción en nuestra lengua de nuevos términos. Pero estos cambios no se deben, desde luego,a una obra individual.

* Es lineal, es decir, se desarrolla a través del tiempo: no pueden darse dos signos lingüísticos con simultaneidad. Mientras que otros símbolos ofrecen un mensaje que se percibe de una vez, el mensaje lingüístico necesita un tiempo para desarrollarse. Esta es una consecuencia lógica del carácter oral de este signo.

* Es doblemente articulado: Esto significa que un signo lingüístico se puede descomponer en unidades más pequeñas, y que estas unidades tienen la posibilidad de descomponerse nuevamente en otras a sus vez más pequeñas.
Si tomamos el signo gatas, lo podemos descomponer en unidades lingüísticas significativas: la raíz gat- aporta el significado de animal mamífero félido doméstico, la –a aporta el significado de femenino y la –s aporta el de plural. Cada uno de los elementos en que hemos dividido la palabra es una unidad de la primera articulación. A estas unidades las llamamos monemas.
Pero, a su vez, sabemos que los monemas se pueden volver a dividir en unidades más pequeñas que se combinan para formarlos, que son las unidades de la segunda articulación o fonemas, /g/ /a/ /t/ /a/ /s/.
La importancia de la doble articulación del lenguaje humano es esencial, porque significa que con un número bastante reducido de unidades básicas (los fonemas) se puede construir un número infinito de mensajes diferentes y sobre cualquier contenido. Ningún otro código de comunicación tiene estas propiedades.




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