LA POESÍA RENACENTISTA Y BARROCA
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1. LA POESÍA RENACENTISTA
El inicio del siglo XVI no supuso una transformación inmediata del panorama lírico. En los primeros años del Quinientos, aunque con menos vigor que en la segunda mitad del s.XV, los géneros y las formas de la poesía cancioneril siguieron siendo dominantes. Así lo acredita la publicación del Cancionero general (1511), una recopilación (realizada por Hernando del Castillo). Con éste se cierra el ciclo de la poesía cancioneril.
El sistema poético iba a cambiar de forma significativa a partir del segundo cuarto del siglo, cuando empieza a notarse en los poetas españoles la influencia de la poesía italiana, en especial de Petrarca, tanto en los temas como en las formas métricas.
La renovación de la lírica cancioneril se produjo a causa de la difusión del humanismo, que hizo posible un mayor conocimiento de la literatura clásica y de la literatura italiana renacentista, uno de cuyos máximos exponentes, Petrarca, influyó en el s.XV en poetas españoles, como el marqués de Santillana, Juan de Mena y, posteriormente, Juan Boscán y Garcilaso de la Vega.
Petrarca consiguió armonizar la herencia de la lírica culta provenzal con la literatura clásica y la de los poetas italianos de su generación.
La poesía de Petrarca incorporó un nuevo modo de análisis del mundo interior del individuo, del amor, de la belleza femenina y de la naturaleza.
Otros autores que también influyeron en el renacimiento son: Dante Alighiere con la Divina comedia y Giovanni Bocaccio con el Decameron
1.1. ASPECTOS FORMALES
El Renacimiento se esfuerza en olvidar –aunque no siempre lo consigue- el utilitarismo artístico del pasado inmediato. Movidos por un deseo de belleza ideal y totalizadora aprendido en Platón, los nuevos poetas tratarán de apurar las posibilidades expresivas del idioma y el caudal de recursos estilísticos que les brindan sus modelos literarios, en los cuales han hallado la vía artística oportuna para mostrar al mundo la complejidad de sus reacciones humanas, dignas –por ser humanas- de un tratamiento poético cuya ambición estética las dignifique doblemente.
Durante algún tiempo imperará la norma clasicista que reclama del autor contención y equilibrio expresivos: un mantenerse a distancia de cualquier exceso artificioso, tal como enseña la espontaneidad con que se manifiestan las realidades naturales. Pero, conforme avanza el siglo, irá tomando cuerpo un formalismo que anuncia cada vez más claramente las audacias esteticistas del culteranismo barroco.
Ø LA IMITACIÓN COMO PRINCIPIO ARTÍSTICO
El autor moderno, desde el romanticismo a nuestros días, valora la originalidad artística de una obra, su carácter novedoso o experimental, en una medida por completo ajena a la mentalidad renacentista, que encuentra también en los clásicos un concepto de imitación creadora del cual habían surgido alguno de los más grandes títulos de la literatura latina.
Ø LA INNOVACIÓN MÉTRICA
La poesía culta del s.XV, cuyos fundamentos estéticos permanecían aún vigentes en el primer cuarto del XVI, utilizaba casi exclusivamente dos tipos de verso: el octosílabo y el llamado arte mayor. El primero era el metro tradicional castellano, que había dado ya resultados espléndidos y continuaría dándolos en el futuro. Sin embargo, su ligereza rítmica chocaba con las exigencias expresivas de un nuevo lirismo más hondo y reflexivo. El arte mayor, requerido para temas especialmente graves y solemnes, era un verso fluctuante en torno a doce sílabas y estaba dividido en dos hemistiquios. La rigidez acentual del arte mayor, su monotonía rítmica, no le permitía competir con el flexible verso endecasílabo que Boscán y Garcilaso habían decidido adoptar como cauce poético.
El s.XV había presenciado los primeros intentos de introducir el endecasílabo en la poesía española. El más importante de ellos fue el llevado a cabo por el marqués de Santillana, pero sin repercusión innovadora alguna por falta de continuadores. Será cerca de un siglo más tarde cuando los pioneros de la poesía renacentista se harán plenamente conscientes de que el verso italiano resultan idóneo para la concreción lírica de una sensibilidad que es ya la del hombre moderno.
Pero fue Juan Boscán quien, ya en el siglo XVI, impulsó su uso, animando en esta práctica a Garcilaso de la Vega.
Junto con el endecasílabo, se incorporaron composiciones y estrofas habituales en la lírica italiana. En las nuevas formas poéticas predomina la rima consonante:
- Los tercetos encadenados,
- La lira,
- La octava real
- La estancia,
- El soneto, de origen italiano y perfeccionado por Petrarca, había sido cultivado ya en el siglo anterior por el marqués de Santillana, pero fueron Boscán y Garcilaso quienes lo implantaron de modo definitivo.
- La estrofa sáfica,
Con estas formas métricas llegó toda una nueva concepción en el uso de las imágenes: la metáfora se nutrió de los elementos y colores de la naturaleza, y también de su personificación; el epíteto llevó al sustantivo a designar objetos y espacios ideales, y el hipérbaton acercó la sintaxis castellana a la latina.
Ø PRINCIPALES GÉNEROS POÉTICOS
El tema tratado, la composición métrica o, en ocasiones, la coincidencia de ambos aspectos otorgaban al poema unos rasgos específicos, conscientemente buscados por el autor en un deseo de adecuación a sus modelos.
· La égloga
· La epístola
· La elegía y la sátira
· La oda
· La canción
· El madrigal y el epigrama
· La fábula mitológica y el poema épico-culto
1.2. EL PETRARQUISMO
No existe en la historia de la poesía amorosa occidental una obra de tan extraordinaria influencia como la ejercida por las Rimas de Francesco Petrarca. Se trata de un extenso conjunto de composiciones poéticas –sonetos en su mayor parte-, Se presenta el lector como reflejo literario de un proceso amoroso inspirado por una mujer.
Ø COMPONENTES LITERARIOS DEL PETRARQUISMO
La poesía amorosa de Petrarca se nutre de elementos ya presentes en tendencias anteriores. Así, recoge abundantes conceptos de la tradición trovadoresca, entre los que conviene señalar los siguientes:
1. Supeditación, en términos feudales, del poeta (vasallo) a la dama (señor)
2. Imposibilidad de que el conflicto amoroso tenga una resolución feliz, puesto que la dama está casada. Esta circunstancia impone, además, que el enamorado refrene la explicitud de sus desahogos líricos y se mantenga siempre en un plano de absoluta discreción.
3. Profundo sufrimiento por parte del poeta, pero sufrimiento gozoso, en cuanto que el solo hecho de amar a tan alta dama ennoblece su espíritu y transforma el dolor en recompensa.
Pero cuando estos conceptos llegan a Petrarca, han pasado ya por el tamiz espiritualizados del “dolce stil novo”, escuela poética que se desarrolla principalmente en la Florencia del s.XIII. Sus seguidores conciben a la amada no ya simplemente como un ser superior, sino como alguien a quien Dios ha revestido de cualidades sobrehumanas y ha puesto en el camino del poeta para logar su eterna salvación. Así, la muerte de la dama se llena de significaciones mítico-religiosas, ya que en el reino celestial podrá interceder eficazmente por quien tanto amor le ha mostrado en el mundo.
El petrarquismo añade a todo este acervo elementos decisivamente innovadores:
- En primer lugar, la complacencia en la introspección del yo más íntimo, revelado poéticamente con una complejidad psicológica desconocida hasta entonces.
- En segundo lugar, una humanización de la amada, que, sin menoscabo de su condición divina, le devuelve su inmediatez terrena, fuente de perfecciones físicas que el poeta no duda en exaltar una y otra vez.
- Y en tercer lugar, la intervención lírica de la naturaleza, en cuyo devenir el autor siente inmerso su conflicto amoroso. Todo ello expresado en un estilo distinto, influido todavía por la tendencia medieval a la abstracción, pero capaz de acentos de una franqueza emocional con la que el lector puede identificarse fácilmente.
Esta nueva orientación, más directa y humana, más profunda, de la experiencia amorosa favoreció que el petrarquismo se asentase como corriente literaria ya desde el s.XV, que determinase el carácter de la poesía amorosa del renacimiento europeo y que, a partir de entonces, su impronta nunca haya dejado de ser perceptible del todo.
Cuando el movimiento se expandió por Europa, llevaba incorporados ya otros componentes. Entre ellos resultaban esenciales los derivados de la filosofía platónica, que, convenientemente adecuada a los nuevos principios ideológicos propugnaba una forma superior de idealismo, aplicable tanto a las relaciones amorosas como a las relaciones del hombre con la naturaleza. Algunas obras fundamentales en la consolidación de este neoplatonismo fueron El cortesano de Baltasar de Castiglione y los Diálogos de amor, de León Hebreo.
Ø VISIÓN POÉTICA DE LA MUJER AMADA
El ideal de belleza femenina que instaura el Renacimiento queda plasmado literalmente en un estereotipo, entre cuyos principales elementos se cuentan: cabellera rubia; tez muy blanca, pero de sonrosadas mejillas; ojos radiantes; frente tersa; labios cuyo color contrasta con la blancura nítida de los dientes; cuello alto y erguido…. Dos de ellos alcanzan una particular importancia y se erigen a menudo en objeto exclusivo del poema: los ojos, cauce del fluir amoroso, y los cabellos, imaginados o como una red de amor en la cual se siente atrapada la voluntad del poeta.
En términos neoplatónicos, esta belleza externa es sólo un eco de la belleza interior de la amada y ambas constituyen un destello en la tierra de la belleza y la bondad divinas. Las cualidades espirituales de la dama rara vez aparezcan enunciadas explícitamente. Basta, en todo caso, con poner de manifiesto su honestidad, atributo integrador de todas las virtudes cortesanas.
En la concepción poética del ser amado intervienen también diversas alternativas simbólicas. A veces, su presencia permanece vinculada a determinados fenómenos naturales, entre los que destaca la luz, la aurora, el fuego…
Ø EL PROCESO AMOROSO
El amor, definido en sentido platónico como deseo de belleza, nace como consecuencia de un extraño fluido que, partiendo de los ojos de la dama, llega a los del poeta y, a través de ellos, se adueña de todo su ser.
El efecto inmediato que produce el amor es el sufrimiento: un sufrimiento gozoso. Posteriormente, los neoplatónicos procurarían resolver esta contradicción esencial afirmando que el estado amoroso supone la enajenación del amante, el cual vive fuera de sí mismo.
Pero el amor es además destino. Con él nació el autor y por él se ha visto manejado durante toda su existencia. Se trata de una fuerza inexorable contra la que toda lucha resulta inútil.
En lo que se refiere a la poetización del proceso amoroso, la variedad de situaciones tópicas rara vez sobrepasa las que se enuncian seguidamente: exaltación de la belleza de la amada, definir el amor, quejas y reproches por la indiferencia de la amada, el sufrimiento que la ausencia origina, la esperanza como único remedio eficaz contra la angustia de amar sin ser correspondido, el enfrentamiento entre el deseo amoroso y la razón…
Buena parte de los cancioneros al modo petrarquista se inicia con una palinodia poemática, en la que el autor se arrepiente de sus pasados errores pasionales e invita tácitamente a que el resto de la obra sea interpretada desde un punto de vista aleccionador.
Según se deduce de lo estudiado anteriormente, muy pocas veces poetiza el petrarquismo la plenitud amorosa en una situación de feliz correspondencia. Sin embargo, sucede en ocasiones.
Ø LOS PETRARQUISTAS ESPAÑOLES
Le corresponde a Juan Boscán el honor de haber introducido el petrarquismo en España.
Y, ciertamente, es Garcilaso quien implanta el petrarquismo en la poesía española con la autoridad de una obra reducida, pero intensa, que servirá de modelo inmediato a los poetas posteriores. En Garcilaso se hace experiencia auténtica el amor concebido a la manera de Petrarca escrito en lengua vulgar.
El ejemplo italianista de Boscán y Garcilaso fue seguido, casi inmediatamente, por autores como Diego Hurtado de Mendoza, cuya poesía amorosa es, a pesar de su innovadora adscripción garcilasiana, menos interesante que la satírico-burlesca –no en vano su nombre todavía figura como el del posible autor del Lazarillo de Tormes; y, años más tarde, por la generación de Gutierre de Cetina, Hernando de Acuña, Gregorio Silvestre, etc.
En el llamado segundo renacimiento, coincidente con el reinado de Felipe II, destaca la personalidad de quien puede considerarse el más estrictamente petrarquista de los poetas españoles: Fernando de Herrera.
Enriquecen asimismo la lírica petrarquista del s.XVI poetas como el muy clasicista Francisco de Figueroa, Francisco de la Torre (el más romántico de los poetas renacentistas españoles por su expresión profundamente melancólica y sus célebres composiciones de ambiente nocturno), Francisco de Aldana (en el que la oposición amor humano/amor divino queda plasmada con una intesidad que ilustra muy bien el espiritualismo dominante en la segunda mitad de la centuria), Luis Barahona de Soto (autor que, en la línea andalucista de Herrera, se muestra ya claramente barroco) …
En realidad, ningún poeta de la época se vio libre de la influencia petrarquista, cuando no se sometió voluntaria y constantemente a ella. Puede aducirse en este sentido el testimonio de Fray Luis de León, cuyas composiciones más excelsas permanecen totalmente alejadas de la lírica amatoria, si bien es autor de unos cuantos sonetos amorosos –ensayos juveniles de un gran poeta- merecedores de contarse entre las más perfectas realizaciones que dio el género.
Ø TEMAS Y MOTIVOS POÉTICOS
La lírica renacentista se nutrió de temas y de motivos extraídos de la Antigüedad clásica y del modelo poético italiano.
· EL AMOR
La temática amorosa se abordó, siguiendo a Petrarca, desde la perspectiva del amor cortés, como un anhelo contradictorio y doloroso. La amada posee una belleza que se describe con metáforas extraídas de los elementos de la naturaleza: piel marmórea, cabello de oro, labios de rubí…, e irradia un ardor apasionado, que ante el poeta se convierte en desdén.
En relación con la temática amorosa, la poesía renacentista introdujo el uso del “carpe diem”.
También se introdujo una concepción neoplatónica del amor con la obra de Baltasar Castiglione y, sobre todo, con los escritos de León Hebreo, según la cual la belleza física es sólo un espejo de la vida interior. La atracción corporal ha de ser, por tanto, únicamente un paso para trascender a un amor superior, el verdadero, que se da entre la mente y la voluntad de los amantes.
· LA NATURALEZA
Las escenas amorosas renacentistas se desarrollan en el marco del “locus amoenus”.
· LA MITOLOGÍA
Junto con la naturaleza clásica, los versos renacentistas incorporaron las figuras de la mitología grecolatina, tomadas de Las metamorfosis, obra del poeta latino Ovidio, en la que recogen en verso historias amorosas entre dioses, ninfas, héroes…
1.3. EVOLUCIÓN DE LA POESÍA RENACENTISTA
En la poesía renacentista española se distinguen dos momentos, que coinciden con los reinados de Carlos I (1516-1556) y Felipe II (1556-1598).
· PRIMERA ETAPA. En los primeros años del siglo XVI, predominó la lírica cancioneril. En 1511 se publicó el Cancionero general, cuyos textos más destacados corresponden todavía a la poesía de la centuria anterior. Además, en este período gozaron de gran popularidad los romances y poemas tradicionales.
La poesía lírica se impuso sobre cualquier otro género y en ella sobresale la obra de Garcilaso de la Vega. Esta nueva poética es heredada, entre otros, por Gutierre de Cetina y Diego Hurtado de Mendoza.
· SEGUNDA ETAPA. En la segunda mitad del s.XVI, la aplicación de la Contrarreforma produjo importantes cambios religiosos y culturales que se corresponden con el auge de la literatura espiritual.
El Renacimiento español nunca llegó a romper tajantemente con la tradición medieval. Cierto que en la obra de Garcilaso y de algunos de sus inmediatos seguidores todo parece impregnado de un espiritualismo profano que justifica por sí solo una postura ante la vida. Pero no menos cierto que, hasta en este primer Renacimiento, mundano y paganizante, son muchos los poetas que, antes o después, se hacen eco del conflicto amor humano/amor divino, resuelto finalmente a favor del segundo. Y ello no supone un rechazo del petrarquismo.
Esta tendencia religiosa se acentúa conforme avanza el segundo renacimiento. La reacción contrarreformista, apoyada en las bases ideológicas establecidas por el Concilio de Trento, propicia un denso clima de
La ambigüedad significativa que precisaba la poesía a lo divino para plasmar conceptos religiosos en términos humanos contaba con un modelo idóneo: el bíblico Cantar de los cantares, atribuido sin razones consistentes a Salomón y aceptado por la Iglesia entre los libros canónicos, es decir, revelados por Dios, a pesar de su contenido y su lenguaje, crudamente eróticos y desprovistos de una clara intencionalidad trascendente.
Por otro lado, la poesía a lo divino denota la influencia de la lírica cancioneril del s.XV.
Esta literatura, inspirada en fuentes bíblicas y con influencias clásicas e italianas, adaptó a lo divino los modelos de la etapa anterior para abordar temas como el amor a Dios, a Cristo o a la Iglesia. La poesía religiosa, en la que destacan autores como fray Luis de León, san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús, se orienta en dos líneas fundamentales:
- Ascética. Persigue la purificación moral en un camino negativo (ruptura con la falta de ética) o positivo (práctica de las virtudes).
- Mística. Consiste en la experiencia de la unión del alma con Dios, en la percepción de la esencia divina.
El “camino de perfección” de la mística presenta tres fases: purgativa, en la que el alma se desprende de lo terrenal; iluminativa, en la que la luz de Dios guía el alma purificada; y unitiva, en la que se produce la unión del alma con Dios.
· OTRAS CORRIENTES POÉTICAS de la segunda mitad del s.XVI fueron:
- Herrera y la escuela sevillana. Herrera y la escuela poética que se fundó a su alrededor cultivaron una poesía petrarquista con una intensificación de los recursos que anuncia ya el barroco.
La escuela sevillana se caracteriza fundamentalmente por el uso de un lenguaje brillante y retórico.
La mayor parte de la obra de Herrera gira en torno a dos temas fundamentales: el amoroso y el patriótico, aunque también cultiva la poesía religiosa y la bucólica.
- Fray Luis de León y la escuela salmantina. La escuela salmantina se caracteriza por el equilibrio entre la forma y el contenido, y por el uso de un lenguaje mucho más sobrio que el de la escuela sevillana.
- Poesía épica. A finales de la centuria se desarrolló una poesía inspirada en temas religiosos y en hechos de la historia contemporánea, como la conquista de América. En este género sobresale La Araucana, del madrileño Alonso de Ercilla. Este tipo de poesía reproduce los ideales heroico-nacionalistas. La inspiración patriótica de los poetas españoles de los siglos de oro es inseparable de una concepción providencialista de la monarquía. Ésta debe cumplir los objetivos que Dios le ha señalado: fortalecer la unidad del pueblo católico e imponer en el mundo la verdadera fe mediante el necesario expansionismo bélico, justificado moralmente por su carácter de cruzada. Así se glorifican los grandes acontecimientos militares. Un triunfo de las fuerzas españolas siempre dará motivo a la exaltación de heroísmo nacional y, lo que es más importante, servirá como prueba del apoyo divino a la causa. El gran poeta patriótico del renacimiento es Fernando de Herrera.
1.4. GARCILASO DE LA VEGA
1.4.1. OBRA POÉTICA
Es el prototipo del cortesano renacentista: hombre de armas y letras, soldado y poeta.
Las composiciones poéticas que nos han llegado de Garcilaso son muy escasas: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y treina y ocho sonetos. Aunque su escasa producción modificó el rumbo de la lírica castellana y le otorgó su definitiva configuración hasta los tiempos modernos.
La epístola dirigida a Boscán, así como la elegía dedicada al Duque de Alba, no carecen de interés literario. Mérito superior tienen las canciones, una de las cuales, A la flor de Gnido, ha dado nombre a la composición poética llamada lira (muy usada en este periodo), porque en su primer verso se menciona esa palabra: “Si de mi baja lira tanto pudiese el son que en un momento…”
Los sonetos son, en su mayor parte, de carácter amoroso, aunque también los hay de tema mitológico y centrados en temas clásicos, como el carpe diem.
Las églogas son lo mejor de su producción literaria:
o Égloga I : Aparte de una introducción y de la dedicatoria, contiene los monólogos de dos pastores, Salicio y Memoroso, que tratan sobre el dolor que producen el rechazo y la muerte de la amada, respectivamente. En un ambiente bucólico Salicio se lamenta del desdén de su amada Galatea y Nemoroso de la muerte de Elisa
o Égloga II : Es la más larga de las tres, posee una estructura compleja y un desarrollo similar al de una obra dramática. Se centra en el dolor y la locura de un amor no correspondido: el de Albanio hacia Camila. Albanio intenta suicidarse y relata sus desventuras. Su amigo Nemoroso elogia las hazañas del duque de Alba (que fue protector del poeta). En esta égloga lo bucólico y lo heroico se unen y, junto a la historia de los pastores aparecen las gloriosas hazañas de la casa de Alba.
o Égloga III : Tiene una estructura bipartita: en la primera parte cuatro ninfas tejen en un tapiz varias historias clásicas de amores trágicos (Orfeo y Eurídice, Dafne y Apolo, Venus y Adonis) y la historia de la muerte de la ninfa Elisa (con la cual se introduce a la amada del poeta); en la segunda parte los pastores Tirreno y Alcino cantan sus respectivos amores. Narra las historias que tejen cuatro ninfas a orillas del Tajo: tres son relatos mitológicos y la cuarta refiere los desdichados amores de Elisa y Nemoroso. Aparece una idealización del paisaje que riega el río Tajo.
1.4.2. EVOLUCIÓN POÉTICA DE GARCILASO
La trayectoria poética de Garcilaso constituye un proceso de asimilación de las formas y del espíritu italiano.
La obra de Garcilaso arranca de la práctica cancioneril del s.XV. En su primer viaje a Italia, el escritor entró en contacto directo con las fuentes del petrarquismo y su poesía sufrió un cambio de rumbo. Esta trayectoria culminó en una etapa de reflexión, de la que nacieron sus versos más profundos.
Al entrar en contacto con el ambiente cultural italiano, la poesía de Garcilaso se adentró en el petrarquismo. Garcilaso imitó las formas y los temas del florentino: el estado de ánimo, la vivencia amorosa, la melancolía…
En esta etapa, la poesía de Garcilaso incorporó las imágenes petrarquistas de la belleza y los elementos de la naturaleza, que le sirven para retratar a la amada y ofrecen un marco para la reflexión.
El poeta se finge enamorado de una mujer en particular, que es la inspiradora de sus versos. En el caso de Petrarca, esa dama se llama Laura; en el de Garcilaso, Elisa. De la dama se describen pocos rasgos físicos; en cambio, el mundo interior del poeta, marcado por el sufrimiento y la alegría que le procura su amor, es analizado muy a fondo.
Además de Petrarca, el autor que mayor influencia ejerció en la poesía de Garcilaso de este período fue Sannazzaro. La lectura de La Arcadia lo llevó a incluir en sus composiciones pastores caracterizados por su melancolía amorosa en su entorno idealizado.
El contacto con el humanismo fomentó también en Garcilaso la lectura de autores clásicos: Virgilio y otros poetas latinos, como Ovidio y Horacio.
Observemos las características de su estilo en el soneto X, uno de sus poemas más conocidos:
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
Dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía
Y con ella en mi muerte conjuradas!
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
Horas que en tanto bien por vos me via,
Que me aviadse de ser en algún día
Con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
Todo el bien que por términos me distes,
Llevadme junto el mal que me dejastes;
Si no, sospecharé que me pusistes
En tantos bienes porque deseastes
Verme morir entre memorias tristes.
En la etapa de culminación de su poesía la sobriedad formal de Garcilaso, su habilidad en la descripción y en la integración de materiales mitológicos son deudas de su acercamiento a los clásicos.
Estos rasgos, unidos al sustrato cancioneril y a la influencia de Ausias March y Petrarca, dotan a sus composiciones de una plenitud en la expresión raras veces conseguida. El arte garcilasista alcanza su perfección en algunos sonetos (A Dafne ya los brazos le crecían, En tanto que de rosa y azucena, Pasando el mar Leandro el animoso …) y en sus tres églogas.
1.4.3.ESTILO
La primera etapa de Garcilaso está marcada por los recursos de la poesía cancioneril: derivaciones, antítesis… con la incorporación de elementos renacentistas, introduce figuras de la tradición petrarquista, sobre todo epítetos y metáforas creadas a partir de elementos de la naturaleza.
Gracias a la iniciativa de Boscán y al talento de Garcilaso, la musicalidad de los versos italianos y la nueva concepción de la temática amorosa consiguieron imponerse. Pero no se produjo un relevo instantáneo de un sistema poético por otro: las formas de la poesía cancioneril pervivieron durante toda la primera mitad del siglo XVI.
Por otra parte, apenas hubo poeta que no se sintiera atraído por las formas de la poesía popular: los mismos Garcilaso y Boscán compusieron coplas en octosílabos. Así, junto a la vena petrarquista dominante se mantendrá viva, a lo largo de todo el Siglo de Oro, una lírica popular.
1.5.FRAY LUIS DE LEÓN
Los avatares de la biografía de fray Luis de León (1527-1591) revelan su carácter resuelto e indoblegable
La obra de fray Luis incluye textos en prosa de carácter religioso, traducciones de poesía clásica y de la Biblia y un puñado de poemas originales que no publicó en vida, pero que Quevedo rescató en el siglo XVII.
En su breve obra poética, formada por poco más de treinta composiciones, las notas dominantes son la sensación de serenidad y un evidente sabor clásico. La armonía que impera en sus odas se debe al acertado empleo de los versos italianos y a la influencia de los poetas latinos (en particular Horacio, del que tradujo varias composiciones) y de los libros poéticos de la Biblia (los Salmos y el Cantar de los Cantares).
Ø Entre las obras en prosa escritas en castellano (lengua que consideraba a la altura de cualquier otra), destacamos las siguientes:
o La perfecta casada, en las que se nos habla sobre las virtudes que debe poseer la esposa cristiana.
o De los nombres de Cristo, conjunto de comentarios a los nombres con que aparece Cristo en las Sagradas Escrituras (Pastor, cordero, Esposo …)
o Exposición del libro de Job, traducción del hebreo a la que acompañan comentarios del autor.
Ø Su obra poética se caracteriza por la extraordinaria belleza de sus composiciones, impregnadas en sus comienzos del petrarquismo dominante en la época. Poco a poco va encaminando su poesía hacia el que será su gran tema, la vida retirada del mundo, adaptación del clásico “beatus ille”. Entre sus composiciones poéticas adquieren gran interés:
o La oda A la vida retirada, donde sigue muy de cerca el tema horaciano.
o La oda A Francisco Salinas, en la que el poeta, a través de la música de su amigo, siente cómo su alma liberada se acerca a Dios.
1.5.1. CORRIENTES DE PENSAMIENTO QUE INFLUYERON EN SU OBRA
En la poesía de fray Luis de León influyeron las principales corrientes de pensamiento de la época:
· Neoplatonismo. Esta escuela filosófica propugnaba una visión idealizada del universo, la naturaleza y el hombre, en los que es posible percibir la condición del Creador. Para fray Luis, la música y la poesía humana son un intento de imitación de la música divina: la armonía que rige el universo. En este orden de cosas, el hombre se halla rodeado de una oscuridad que le impide conocer a Dios si no alza la vista a las luminarias celestes.
· Pitagorismo. En la concepción pitagórica, todo puede reducirse a números, incluidos los elementos musicales. A cada cuerpo celeste le corresponde un número y produce, al moverse, un sonido que concuerda con el de los demás astros y, así, se va conformando una melodía perfecta. El alma debe ascender a las esferas superiores, momento en el que experimenta la mayor dicha, pues contempla al ser divino.
- Estoicismo. Esta filosofía propugnaba la capacidad del hombre para vencer las pasiones (el amor, el odio, la esperanza y el miedo) y conseguir así la paz y el temple necesarios para afrontar los avatares de la vida. La tranquilidad y el bien se pueden alcanzar, entre otros medios, a través del conocimiento de uno mismo y llevando una existencia apartada.
1.5.2. TEMAS
El tema más recurrente en su poesía es el de la renuncia a las vanidades y fatigas de la vida mundana, para escoger una vía de sabiduría intelectual y moral, un equilibrio interior en el que radica la auténtica riqueza del hombre. En su búsqueda de la paz interior recurrió al beatus ille. Este anhelo de paz interior enlaza con la idea de que el contacto del hombre con la naturaleza lo acerca al Creador y lo aleja de las tentaciones mundanas; es un paso en la búsqueda de dios y del ambiente necesario para la creación.
Para sus Odas, fray Luis empleó la lira de cinco versos, tomada de Garcilaso. Esta forma estrófica se distingue por la alternancia de endecasílabos y heptasílabos. Un rasgo característico de fray Luis es que suele forzar el ritmo interno de la lira mediante encabalgamientos de efecto sorprendente, como ocurre en estos versos de la oda “Vida retirada”:
Y mientras miserable-
Mente se están los otros abrasando
Con sed insaciable
Del no durable mando,
Tendido yo a la sombra esté cantando.
En suma, más que por la emoción de sus versos, la poesía de fray Luis destaca por la hondura conceptual de sus temas, por la inteligente fusión de la tradición clásica y la cristiana, y por la elegancia y el equilibrio de su dicción poética.
1.6.SAN JUAN DE LA CRUZ
La vertiente lírica de la mística española está representada por los poemas de San Juan de la Cruz (1542-1591). Su vida, como la de fray Luis de León o la de Santa Teresa de Jesús, estuvo marcada por la incomprensión y el conflicto.
Su obra lírica es brevísima, y suele dividirse en poemas menores (un puñado de romances y otras composiciones, entre las que destaca la llamada “Canción del pastorcito”) y tres poemas mayores, en los que se refleja sus vivencias místicas.
2.7.1. LA EXPERIENCIA MÍSTICA
Lo mismo que el poeta profano se consume en el deseo de unirse con la amada, el poeta religioso, una vez que ha sentido en su interior el fuego del amor divino, vivirá en un ansia absoluta de fundirse con Dios. En el primer caso, la gloria del amante estriba, como sabemos, en la aceptación dolorosa de que el amor no puede rebasar las fronteras del deseo; en el segundo, la unión está al alcance de quien aspire a ella con todas sus consecuencias, porque el camino es largo y se halla bordeado de renuncias mundanas y de radicales exigencias ascéticas. El recorrido purificador se abre a los pies de todos cuantos se atrevan a iniciarlo. Sin embargo, de su culminación sublime sólo disfrutarán unos pocos, a quienes Dios ha juzgado merecedores de su gracia. Por tanto, la unión mística es un don divino y gratuito, mediante el cual el ser humano supera sus condicionamientos terrenales y se siente arrebato en vida a la suprema beatitud.
Entonces, ¿cómo describir una experiencia que resulta de suyo inefable? Cualquier intento de explicación objetiva y precisa daría escasos frutos. Mayor eficacia tendrá la inconcreción evocadora, la sugerencia ambigua, el lirismo emotivo y sutil que dice y calla a la vez. De ahí que la poesía mística recurra constantemente a la indeterminación del lenguaje simbólico y a las posibilidades conceptuales de la expresión paradójica.
Entre los autores místicos del s.XVI se distinguen los nombres de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, ambos carmelitas. Los logros literarios más importantes de la primera se hallan en su prosa. De sus composiciones líricas sólo unas pocas se centran realmente en la experiencia mística y, aunque de innegable valor poético, no rayan a la altura de sus mejores momentos artísticos.
Por el contrario, la poesía de San Juan de la Cruz ocupa un puesto de verdadero privilegio en la historia de la literatura universal. El proceso que conduce al clímax unitivo aparece descrito con amplitud y excepcional riqueza simbólica en el Cántico espiritual. Más breve, pero igualmente intenso y exquisito, es el poema conocido por el título Noche oscura, cuyas estrofas finales son de una belleza y de una hondura lírica difícilmente superables. En Llama de amor viva el autor prescinde de las fases previas a la unión mística y se deja simplemente embriagar por el recuerdo de ésta.
2. LA POESÍA BARROCA
Aunque se siguen cultivando temas y formas de la lírica renacentista, en las obras de los poetas barrocos se observan rasgos de la nueva mentalidad barroca.
La poesía refleja la conciencia de crisis, pesimismo y desengaño reinantes en la época; aunque debe tenerse en cuenta que durante el Barroco la poesía española vivió un periodo de auge de la mano de autores como Lope de Vega, Góngora y Quevedo.
TEMAS DE (los temas son enfocados tanto desde perspectivas serias como humorísticas) | Ø TEMAS RENACENTISTAS: · Amor: el amor como pasión intensa que vence a la muerte. La belleza de la mujer supera a la belleza de la naturaleza. Del “Carpe diem” se destaca el efecto del paso del tiempo. · Naturaleza: la naturaleza idílica renacentista se transforma en naturaleza sensual, llena de colores y sonidos. · Mitología: a veces es tratada de forma burlesca. |
Ø NUEVOS TEMAS: · Temas morales, filosóficos y religiosos: La vanidad de las cosas, el engaño de las apariencias, el paso del tiempo, la muerte y el arrepentimiento de los pecados. · Temas satíricos: Crítica de tipos y costumbres de la época. Crítica de la corrupción y la xenofobia. |
LUIS DE GÓNGORA | FRANCISCO DE QUEVEDO |
CARACTERÍSTICAS DE SU POESÍA: El estilo de este autor, llamado gongorismo, está basado en el cultismo literario y despertó en su época el rechazo, pero también admiración por la belleza de sus composiciones. Cultivó tanto las formas poéticas cultas como las populares, con las que abordó tanto temas serios como asuntos de carácter satírico o burlesco. Llena de color y de contrastes entre la hermosura y la fealdad, el amor y el desdén, la alegría y la tristeza. | CARACTERÍSTICAS DE SU POESÍA: Representante del conceptismo literario. Su poesía se caracteriza por la agudeza de pensamiento, la capacidad de jugar con las palabras y la intensidad de las emociones. Aborda los temas más diversos, para los que utilizó formas métricas cultas (soneto) y estrofas populares (en octosílabos) |
OBRA: · En sus romances y letrillas, de herencia popular, trató temas amorosos y religiosos en tono grave, y también asuntos jocosos. · Entre sus Poemas mayores destaca Soledades y Fábula de Polifemo y Galatea en las que se acumulan términos cultos, la mitología y construcciones sintácticas complejas. | OBRA: · Poesía satírica y burlesca: son de crítica social y sátira de costumbres. El autor critica la ausencia de valores, el dinero, la hipocresía… Aparece toda una galería de personajes como blanco de sus críticas. · Poesía amorosa: La desarrolla tanto en su vertiente petrarquista (el amor vence a la muerte) como en la versión más humorística y satírica. · Poesía filosófica: Otros poemas plantean una reflexión filosófica, en especial sobre la vida (que es un rápido camino hacia la muerte) y el paso del tiempo. |
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